«Facundo Astudillo Castro es un joven de 22 años al que vieron por última vez el 30 de abril, cuando salió de Pedro Luro rumbo a la casa de su exnovia, en Bahía Blanca.
Lo último que supo su madre es que le labraron una infracción por circular sin permiso en medio de la cuarentena.
Desde allí, cuando salió a buscarlo, se topó con las irregularidades de la investigación fiscal, las contradicciones y ocultamientos de la Bonaerense, y con tres testigos que afirman haber visto cómo subían a su hijo en la cabina trasera de un móvil policial.
Hoy (Nota: por el 7 de julio pasado) la Justicia Federal hizo lugar para que la investigación se encuadre como «desaparición forzada de persona». Cristina, su madre, dice a lavaca: ‘Facundo cumple los 23 años el 23 de agosto. Tengo la esperanza de encontrar a mi hijo antes de su cumpleaños. Sea como sea. Y esté como esté’.»
(Extraído de http://www.lavaca.org).
[Nuevamente, un caso más que conmueve: por los silencios, las complicidades y el halo de misterio que crece en tanto las más tristes suposiciones se convierten en certezas.
Hay prácticas que lamentablemente se repiten en una democracia institucional de casi 37 años ininterrumpidos pero con alrededor de 6 mil personas desaparecidas, de las cuales no hay noticias pero en muchos casos sí indicios.
El abuso de la fuerza, los episodios de corrupción y la venganza política, aparecen como posibles caminos para comprender la crueldad de acciones que se cobran vidas, muchas de las cuales ya no volverán.
El caso de Facundo Astudillo Castro se suma a una larga lista de ciudadanos que un día salieron de su casa y no han regresado.
Cuando el poder del Estado no alcanza o mira hacia los costados, se impone la necesidad de hacer causa común junto al compromiso de diversas agrupaciones de derechos humanos y la influencia de los medios de comunicación para tratar de encontrar la única respuesta que se espera: aparición con vida ya].