Educar es una acción política

Indudablemente, Paulo Freire es un faro que ilumina la labor de muchos educadores. Se trata de un autor que trasciende por la fuerza de esas ideas que llevadas a la acción invierten el orden de las cosas: empodera a los sectores relegados y cuestiona a los poderes hegemónicos.

Muchas instituciones, cátedras, profesionales de la educación y actores (que al menos dicen estar) vinculados a la transformación social, lo tienen entre sus pensadores de cabecera; pero nótese que el mejor homenaje que podría hacerse de un pedagogo revolucionario como él es poniendo en práctica las bases de una ideología criteriosamente diseñada para hacer justicia en un mundo sometido a la exclusión de las mayorías.

Freire es humillado cuando apenas aparece citado en los Proyectos Educativos Institucionales o en los programas de estudio; como si alguna de sus frases -ligeramente interpretadas, tergiversadas peligrosamente- fueran una pincelada que adornan planificaciones que de la boca para afuera endulzan los oídos de comunidades educativas compañeras de tales iniciativas, pero que al interior de las paredes aúlicas quedan olvidadas y hasta lejos de ser asimiladas como parte de un ideario a reafirmar todos los días.

No hay que tener temor de hablar de determinados temas en las escuelas. Siempre que se proceda con responsabilidad, compromiso e idoneidad, es necesario educar en asuntos tan sensibles como la política, la sexualidad, la violencia, las adicciones y la pobreza, entre muchos otros tantos más.

De ninguna manera sería solución echarse atrás ante el avance de adultos que caprichosamente se niegan a que sus menores accedan al derecho de informarse.

Jamás constituiría adoctrinamiento la oportunidad de ampliar la mirada, enriquecerla ante sucesos que circulan en las calles y son más cercanos que lejanos a la realidad de los protagonistas.

La soledad del docente se pone de manifiesto cuando queda acorralado y de alguna manera censurado, habiendo incluso leyes que amparan sus libertades.

Y es muy triste que eso pase en nombre de una propuesta que se anuncia como emancipadora, crítica, reflexiva y transformadora.

Freire nos enseña que la educación es un hecho político.

Quienes no quieran entenderlo así o renuncien a concebirlo de ese modo porque responden a otros intereses, estarán dedicándose otra cosa muy distinta o  -simplemente- haciendo demagogia si piensan que un proyecto educativo consiste en vender un teatro de ingenuas ilusiones.

Freire_

 

 


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