Ayer es siempre todavía

«- Y yo te pregunto, ¿se puede ser feliz a pesar de la pérdida?

– Sí, porque la felicidad nunca es completa.»

(A Tito Plaza, Nora y Marta Úngaro,

y a todos aquellos que hoy iluminan el camino)

 

El 23 fue la vida; el 24, el genocidio.

La historia pegó una cachetada de la que aún cuesta recuperarse; una herida que por siempre llevaremos como sociedad.

A algunos liquidó y a otros resucitó.

Héroes son quienes ya no están: personas con ideales, luchando por una justicia social que nunca llegó y, lamentablemente, dejando la vida -el valor más sagrado de cada uno- por esa causa.

El terror sembró el miedo pero a la larga cedió ante la memoria de un pueblo que no olvida.

Y es por eso que en este país tan dividido, lleno de grietas y discusiones, hay algo que parece indiscutible: la unanimidad  en el repudio que se tiene respecto de los episodios suscitados en la última Dictadura Cívico Militar y las prácticas afines que se sucedieron desde entonces.

En ese sentido, hemos crecido.

(Claro que hay excepciones, pero son las menos).

¿Qué sentido tiene el pasado si no podemos cambiarlo?

¿En qué consiste la memoria?

¿Cómo seguir viviendo ante un dolor que se hace fuerza colectiva?

Son preguntas que se renuevan.

Que no generan resentimientos sino compromiso e idoneidad.

El pasado es nuestro y nadie deberá quitárnoslo. No habrá relato posible capaz de negar la atrocidad.

El presente nos encuentra juntos para interpelarnos sin que esquivemos las responsabilidad.

Y el futuro espera una reconversión que deberá surgir desde lo más intenso de los corazones que merecen tener una vida libre y plena, sin deudas pendientes.

Se trata de renovar los recuerdos y convertirlos en homenajes para que no se gasten ni se pierdan en el limbo de la historia.

No existe el duelo, existe la memoria.

De pie en una movilización que cada vez es más multitudinaria: nacida con las Madres y las Abuelas, y hoy extensivas en la valentía de la comunidad que las abraza y acompaña.

Decir Nunca Más es un himno que genera identificación.

Y si hay reconocimiento en el otro, entonces hay sueño posible.

Foto: http://www.pagina12.com.ar

Pozo de Quilmes


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