Una carta

El 25 de marzo de 1977 fue asesinado Rodolfo Walsh, símbolo de un periodismo que por momentos parece en vías de extinción: independiente, comprometido y audaz.

Un grupo de tareas lo secuestró al día siguiente de que publicara una carta abierta a la Junta Militar, en la que denunciaba la desaparición de personas, las persecuciones a  dirigentes y activistas, la censura a la prensa, las políticas económicas devastadoras y la alianza con el FMI para favorecer a los grupos más pudientes y conservadores de la sociedad.

El mensaje, escrito con precisión y nombres propios, rápidamente se dio a conocer al cumplirse un año del Golpe de Estado.

Walsh procuró que la circulación de su texto llegara vía postal a corresponsales locales y extranjeros. Incluso, también apeló a su difusión de manera clandestina, siendo conciente de que su accionar iba a traerle consecuencias indeseables.

La valía de su proceder estuvo dada por su honestidad intelectual, siempre al servicio de la justicia social y las causas colectivas, todo lo cual lo llevó a asumir profundos riesgos al tomar decisiones coherentes con su forma de pensar.

Idealizar su figura es contraproducente a los lineamientos que lo hicieron ser quién fue. Por eso, la clave pasa por humanizarlo y entenderlo como una voz influyente que resultó un grito en el desierto.

Walsh ya era Walsh al momento de pronunciarse y convertirse en un desaparecido más luego de que lo mataran en una esquina de la ciudad de Buenos Aires.

Su trayectoria y conducta hablan por él.

Trascendió en el ejercicio mismo de lo que supo denominar un oficio.

La realización de la película documental R.J.W (2022, dirigido por Fermín Rivera) da cuenta de ello, así como un proyecto ilustrado de la editorial Maten al Mensajero (realizado por Gonzalo Penas y CJ Camba), que en 2016 publicó una historieta que repasa hechos puntuales de su vida y obra, sobre todo en el último tramo de la historia, incluido el fatídico final.

El legado de Walsh expone la debilidad de los actuales medios hegemónicos, generalmente al servicio de las corporaciones cuando convierten noticias en mercancías; pero, como contrapunto, reivindica a los sitios alternativos de información, que desde los márgenes instalan en la agenda asuntos tan urgentes como necesarios.


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