ADIDAS y su derrota frente a la trucha, la inventada y la imaginaria

Resulta inconcebible que en un país tan futbolero como Argentina, con las pasiones encendidas por la obtención del último Mundial en Qatar, no haya stock de camisetas originales.

El faltante fue un problema que comenzó a evidenciarse en tiempos cercanos a la competencia y se agudizó a medida que la Selección Nacional avanzaba hacia su máximo objetivo.

Al día de la fecha, y a pocos días de cumplirse tres meses (es decir, una estación del año) del logro, las tiendas oficiales muestran el anuncio de «agotado» para el producto que más solicitudes genera.

La trama oculta detrás de este fallido negocio hay que encontrarla en un sistema de tercerización que la empresa alemana lleva adelante para economizar costos.

La industria textil que está a cargo de la confección de camisetas es RA Intertrading, que tiene sus locaciones en Villa Lugano. Allí, un grupo de operarios trabaja a sol y sombra para confeccionar las camisetas de Argentina, aunque también debe ocuparse de hacer lo propio con prendas de otras marcas como Nike, Umbro, Topper y Puma.

Según consigna el periodista Andrés Burgo, en nota publicada para el diario Tiempo Argentino el pasado 24 de enero, en la planta trabajan alrededor de 900 operarios, siendo el 80% de ellos bolivianos. El año pasado, por un reclamo salarial, fueron suspendidos 33 trabajadores, que luego de una medida cautelar recuperaron sus puestos. La protesta tenía lógica: cobraban un salario mínimo de 35 mil pesos, en una proporción según la cual debían destinar un mes de su fuerza productiva para comprar dos camisetas (por ejemplo de Boca y River) a razón de 17 mil pesos cada una. En otras palabras, una brutal explotación.

Luego de la conquista mundialista, RA Intertrading destina alrededor de 70 obreros a trabajar en la confección de las camisetas con tres estrellas bordadas (mientras el resto se ocupa de otras marcas y prendas deportivas). En promedio, logran confeccionar entre 400 y 500 camisetas por día.

Sin embargo, ¿por qué no están en el mercado?

En una deficiente gestión administrativa, Adidas nunca previó la muy alta demanda. Incluso, hace malabares para bordar la tercera estrella encima y en el medio de las otras dos en las prendas que todavía no salieron a la venta, cuando se esperaba que -tal como pasa en otros casos- los tres símbolos estuvieran puestos en la misma línea.

Desde la finalización del Mundial, los usuarios reclaman que la camiseta de la Selección Nacional se consigue en otros puntos del planeta, como por ejemplo Europa, desde donde se suben a portales de Internet para venderlas a un precio de aproximadamente 23 mil pesos. En cambio, el diseño que usaron los futbolistas tienen un precio de casi 30 mil pesos argentinos.

En la misma nota mencionado anteriormente, Burgo explica que RA Intertrading fabrica en el país la tela, el estampado y la costura; aunque del extranjero se esperan los bordados y estampados, lo cual significa una gran complicación en materia de costos.

Finalizando el mes de enero, periodistas del Diario Olé fueron hasta París para lograr una exclusiva con Lionel Messi. En ese contexto, el capitán de la Selección Argentina posó por primera vez con la casaca oficial, algo que también evidenció un papelón de Adidas, que debió presentar en sociedad a su figura más relevante con la nueva indumentaria.

A pocos días de que los flamantes Campeones del Mundo se presenten a jugar en el país dos partidos amistosos, el público sigue sin conseguir las ropas oficiales, debiendo recurrir a firmas alternativas que el mercado ilegal diseña en una ruta que se extiende desde China, pasa por Brasil y Bolivia, hasta llegar al país.

Adidas, una multinacional con historia y prestigio en el mundo del deporte que factura millones a nivel global, decide apostar por mano de obra barata sin rasgarse las vestiduras, sometiendo a condiciones de esclavitud a trabajadores que destinan sus máximos esfuerzos en nombre de la marca a cambio de un salario que ni se compara con las enormes ganancias que obtiene el monopolio.

A los dueños de esta obscenidad no les importa la pasión ni la ilusión del hincha.

En consecuencia, y parodiando a la periodista Sofi Martínez ante Leo Messi en plena Copa Mundial: ante la falta de la original, el consuelo será ir por la trucha, la inventada o la imaginaria.

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