Una de las mejores -y acaso de las últimas- decisiones que tomó Julio Humberto Grondona en su largo pontificado de 35 años ininterrumpidos como Presidente de la Asociación del Fútbol Argentino fue designar a José Néstor Pekerman como entrenador de los seleccionados juveniles.
La designación resultó una sorpresa, pero el proyecto de quien finalmente logró ser elegido superó la propuestas de otros aspirantes que asomaban como candidatos: Jorge Bernardo Griffa y Carlos Timoteo Griguol, ambos de reconocida capacidad y trayectoria.
Sin embargo, la carpeta de Pekerman se impuso con un ciclo que revolucionó la elección de jugadores, en una iniciativa de alcance federal que estaría separado del cuerpo técnico de la Selección Mayor.
Los antecedentes inmediatos no eran buenos: Reinaldo Carlos Merlo, ayudante de Alfio Basile durante el período 1991-1994 en que estuvo a cargo de la Absoluta, condujo la Sub-20 que disputó el Mundial de Portugal 1991, un paso con fracaso deportivo y disciplinario que implicó sanciones de la FIFA para disputar toda competición oficial de juveniles por dos años.
Hubo una excepción para el Panamericano de 1992 que serían clasificadores a los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. En enero de ese año, Basile -de gran paso por la Mayor, siendo en ese momento actual Campeón de Améric- no pudo dar impronta a una constelación de estrellas entre las que se destacaban jugadores de la talla de Diego Latorre, Antonio Mohamed, Fernando Gamboa, Diego Simeone y Leonardo Astrada, entre otros. Otro rotundo fracaso con eliminación implicó un serio replanteo.
Con Pekerman, las Juveniles incorporaron la étic, el profesionalismo y la idoneidad de un especialista con amplio recorrido en las categorías menores. Por citar algunos caso paradigmáticos, fue entrenador de talentos como Claudio Borghi, Fernando Redondo y Fernando Cánceres.
Junto a su equipo de trabajo, que contó con Hugo Tocalli y Miguel Ángel Tojo, más tarde con Francisco Ferraro, y el preparador físico Gerardo Salorio, Pekerman lideró un proyecto que se mantuvo vigente entre 1994 y 2007 con él ocupando diferentes puestos: primero fue entrenador (1994-2001), luego Coordinador de Selecciones Nacionales (1998-2002) y tras una pausa en 2003, supervisó la labor de las promesas mientras fue DT de la Absoluta (2004-2006). Ya alejado de AFA, toda aquella arquitectura tuvo su último e inexplicable capítulo con Hugo Tocalli a cargo en el Mundial Sub 20, al año siguiente de la Copa de Mayores en Alemania 2006.
Durante ese período, Argentina conquistó cinco títulos de la categoría: Qatar 1995, Malasia 1997, Argentina 2001, Países Bajos 2005 y Canadá 2007. Son seis estrellas, sumando la más brillante y espectacular de todas: el Juven de Japón 1979, con César Luis Menotti dirigiendo a Diego Armando Maradona y Ramón Ángel Díaz.
Uno de los símbolos más representativos de la era Pekerman-Tocalli fue el santafesino Javier Alejandro Mascherano, quien desde los 14 años de edad comenzó a ser habitué del predio que la AFA tiene en Ezeiza.
El futbolista en cuestión ostenta el curioso récord de haber debutado antes en la Selección Mayor antes que en su club. Fue Marcelo Bielsa quien en 2003 le dio toda su confianza para que haga su estreno como mediocampista central en un amistoso frente a Uruguay en La Plata.
Desde entonces, Mascherano edificó una destacada carrera jugando en clubes de la talla de River Plate, Liverpool y Barcelona. Durante 15 años ininterrumpidos defendió la camiseta de la Selección Argentina, disputando cuatro Mundiales de Mayores (Alemania 2006, Sudáfrica 2010, Brasil 2014, Rusia 2018) y ganando dos Medallas de Oro, siendo titular en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y Beijing 2008.
Siempre líder en todos los equipos donde jugó, creció la idea de que sería un gran entrenador por un conjunto de cualidades que iban desde su ascendencia en los grupos hasta sus conocimientos tácticos. Apasionado y didáctico en sus lecturas de los partidos, creció la idea de que sería un gran estratega que tomaría lo mejor de los entrenadores que lo dirigieron, entre los que se destacan los argentinos Marcelo Bielsa, José Pekerman y Alejandro Sabella; y los españoles Pep Guardiola, Luis Enrique y Rafa Benítez. También, en sus comienzos, tuvo a Manuel Pellegrini en River.
Mascherano fue la cara de una renovación de futbolistas que intentarían recomponer a la Selección Mayor de una de las más rotundas frustraciones de su historia: siendo una de las principales candidatas a levantar el trofeo, el conjunto de Bielsa quedó eliminada del Mundial Japón-Corea 2002.
En ese contexto de enorme desazón en el público y exagerada presión de la prensa, Mascherano era modelo de entrega, sacrificio y espíritu amateur. Diego Maradona lo designó capitán de la Selección entre 2008 y 2010, sentenciando que su formación sería «Mascherano + 10».
Al año siguiente, por decisión de Sabella, cedió la cinta a Lionel Messi, con la intención de que el rosarino ganara en confianza para hacerse dueño del equipo.
Sin embargo, el Jefe de todo el grupo hasta su retiro en 2018 siempre fue Mascherano.
Al margen de algunas derrotas, el N° 14 tuvo su momento de máximo esplendor en Brasil 2014. Allí fue Amo y Señor del mediocampo, un todo terreno que estaba en su máximo nivel, en plena comunicación e identificación con un público que le valoraría su aporte al Subcampeonato del Mundo de aquel año.
Sin embargo, todo lo que siguió luego fue muy distinto.
Para la afición exitista y demandante, Mascherano se convirtió en el emblema de la derrota, sumando a la final perdida en el Mubdial de Brasil otras dos caídas en partidos decisivos frente a Chile, por las Copas América de 2015 y 2016.
Tras la muerte de Grondona en 2014, la crisis de la AFA se extendió hasta 2018.
Mascherano mermó en su rendimiento, ya no llegaba a los cruces ni imponía condiciones. Según diversas versiones periodísticas, Sampaoli lo tenía fuera del radar para el Mundial de Rusia, pero su amistad con Messi y la ingerencia en el grupo habrían decidido su inclusión en la lista de 23.
El divorcio mayúsculo entre los hinchas argentinos y él se dio en aquella Copa, llena de polémicas y conflictos internos, con informaciones filtradas a los medios y una vergonzosa rebelión por parte de los jugadores que le habrían armado el equipo al entrenador.
Por aquellos días, en una absurda puesta escénica, se veía a Sampaoli y Mascherano dialogando en las gradas antes de un entrenamiento, probablemente diseñando la estrategia antes de enfrentar a Francia por los Octavos de Final, partido que terminaría en derrota para Argentina.
Exiliado en el fútbol de China, distanciado del cariño de los hinchas de River y lejos de la Selección Nacional, Mascherano tuvo un silencioso retiro como futbolista de Estudiantes de La Plata a fines de 2020.
En 2021 empezó a ser sondeado por la AFA y el Presidente Claudio Tapia, quien valiéndose de la exitosa gestión del Cuerpo Técnico de Lionel Scaloni en la Mayor (junto a ayudantes como Pablo Aimar y Walter Samuel, todos del riñón de José Pekerman), quiso replicar el modelo en las Juveniles.
Al margen de que se fue a Venezuela para ser parte del staff de Pekerman, nunca quedó claro por qué dimitió Fernando Batista, quien entre 2018 y 2021 potenció a las categorías menores, en una interesante formación que llevó a jugadores como Enzo Fernández, Julián Álvarez y Alexis Mac Allister, a ser piezas fundamentales de la Selección Mayor que conquistó el Mundial Qatar 2022.
En un año y un mes de trabajo, Javier Mascherano jamás logró plasmar una identidad de juego a la Sub 20, en una muy buena generación de jóvenes que con varios partidos en Primera División quedó llamativamente eliminada del Sudamericano que otorgaría cuatro plazas para el Mundial de Indonesia entre mayo y junio próximos, y se encuentra ante la imposibilidad de participar de los Juegos Panamericanos de Chile, a realizarse entre los venideros meses de octubre y noviembre, que dan tres lugares para los Juegos Olímpicos de París 2024.
Evidentemente, Argentina no estuvo a la altura de sus antecedentes.
Nada borra el triunfo de Qatar 2022 que devolvió a la Selección a los primeros planos, pero quedar afuera en la primera ronda, perdiendo en tres partidos de cuatro jugados, en una zona de cinco equipos (Argentina estuvo en el Grupo A, quedando detrás de Brasil, 1-3; Colombia, 0-1-; Paraguay, 1-2; y Perú, 1-0, en la única victoria para dejar al rival en el último lugar), impide que los jóvenes puedan potenciar su desarrollo, crecer profesionalmente y llegar a ser opciones para la Selección Mayor en el futuro inmediato. Todo ese proceso se interrumpe, dificultando un camino cada vez más espinoso para los países sudamericanos, que ven partir a sus diamantes hacia la tentación de defender otros escudos.
Mascherano dejó pasar una oportunidad única en su naciente camino como entrenador. Un buen suceso en las Juveniles lo habría potenciado como posible DT de la Absoluta en algunos años.
De todos modos, lo más preocupante no es el resultado sino las formas: el paso fue muy pobre desde lo conceptual. Débil en defensa, lento en el mediocampo, insulso en ofensiva; confuso e impreciso en líneas generales.
Está claro que no debe subestimarse un cargo que exige preparación específica par futbolistas que aún no han completado su formación.
A partir de ahora, la AFA deberá volver a tener pericia en un puesto clave para un prestigio que se comienza a construir desde sus fuerzas básicas.
