Dicen que una de las experiencias iniciáticas más trascendentales para una persona es cuando puede conocer el mar.
En ocasiones, un episodio así sucede a muy temprana edad, mucho antes de poder retener en la conciencia tal acontecimiento.
Otras veces, el hecho tiene lugar en el epílogo de una vida, acaso como un último ritual antes de la muerte.
Algunas tragedias han ocurrido entre las aguas: no son pocos los testimonios que relatan accidentes de gente que falleció ante la violencia de las olas.
El mar es también inspiración. Tiene algo de enigma existencial: la bravura o la calma, las profundidades, los restos que quedan en la orilla, lo que lleva y lo que trae, el horizonte como sendero inconmensurable.
Por otra parte, está asociado a un ruido muy característico, algo semejante al murmullo que viene desde lejos.
Asimismo, el aire que emana es tan puro que se lo conoce con el pintoresco nombre de la brisa.
De todas las referencias anteriores, hay una que sigue pasando un tanto desapercibida: su carácter filosófico, reunida en una idea sin principio ni final. ¿Dónde empieza el mar? ¿Dónde termina?
Una gran masa de agua simultáneamente está fija y en permanente movimiento. Puede ser fuente de vida o también ahogar.
Mojar los dedos deviene parte de una totalidad que aún en sus profundidades más logradas jamás estará a punto de develar sus máximos secretos.
La autodestrucción del planeta hace que los mares estén avanzando hacia ciudades con menos terreno para la urbanización de playas.
Sin embargo, en esa intersección entre la espuma de las olas y la arena como accidente del terreno, habita una certeza: la relación que el ser humano establece con el mar es análoga a un conjunto de inquietudes diarias que marcan el pulso de la personalidad.
En otras palabras, cada cual es una profundidad imperceptible -con momentos de bravura y calma, temor y rebeldía-, mientras está sometido a los vaivenes de una gran inmensidad que se gobierna cuando la propia fuerza interior recobra el equilibrio al momento de hacer pie en las orillas.
