La compleja noción de libertad

Qué problemático es hablar de libertad. También de independencia e incluso de soberanía.

Resultan entes tan abstractos que hasta se vuelven difíciles de ejemplificar.

Son conceptos ideales, un conjunto de aspiraciones antes que realidades tangibles y concretas.

Quizás esos tres sustantivos señalados al principio podrían encontrarse potencialmente en un mismo ser humano.

Imaginemos.

Una persona puede ser independiente aunque tal vez no soberana. Los menores de edad, por ejemplo.

O a lo mejor haya gente independiente pero no necesariamente libre, lo cual podría ser el caso de ciudadanos que venden su fuerza de trabajo a cambio de recibir una miseria, sometiéndose a la esclavitud de la exclusión.

Hay quienes legalmente habitan la soberanía pero lejos están de gestionar su libertad. La referencia aquí sería para aquellos sectores que al disponer de derechos, en vez de hacerlos valer para todo un colectivo, atentan contra los de terceros.

¿Y si se concibiera Argentina como un gran cuerpo social?

Es independiente porque legalmente dispone de constitución.

También soberana porque restringe los límites propios y ajenos, a excepción de las Malvinas, que siguen usurpadas por el imperialismo británico.

Las nociones de patria y nación deben mutuamente implicarse. No cabe considerar a una sin la otra.

La Declaración de la Independencia, el 9 de julio de 1816, es el primer gran documento con sentido federal, en una pequeña provincia como Tucumán, ubicada muy lejos del histórico centralismo porteño.

A partir de entonces nace el Estado, una figura jurídica que organiza administrativamente a la nación según sus incumbencias territoriales, marítimas y aéreas; y que se debe ocupar de garantizar salud, educación, seguridad, entre otros derechos, a cada habitante de su suelo.

Si la revolución es un sueño eterno, acaso lograr identidad entre las diversidades también signifique algo parecido.

Por eso, afirmar «la patria es el otro» lleva implícito que no sea de uno solo; y si se la piensa en términos plurales hay más chances de evitar las injusticias, capaces de emerger cuando se percibe el violento acto de la desigualdad.


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