LA NOCHE DE LOS LÁPICES: UN HITO EN EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL ARGENTINO CON RESIGNIFICACIONES TRASCENDENTALES AL UNIVERSO ESCOLAR
(Trabajo Final presentado en el Seminario Movimientos estudiantiles latinoamericanos, 1959-1990, en la carrera de Posgrado en Historia y Memoria, a cargo de las Doctoras Nayla Pis Diez y Guadalupe Seia, mayo de 2022).
I. Introducción:
Ningún hecho histórico puede explicarse individualmente ni tampoco resulta ajeno a un conjunto de causas multidimensionales.
Para hacer referencia a la Noche de los Lápices, uno de los acontecimientos más atroces de la última Dictadura Militar en Argentina, es preciso contextualizar una época con fuertes transformaciones a nivel global, teniendo asimismo repercusiones regionales e impactos en los ámbitos locales.
En ese sentido, la década clave –acaso momento bisagra, indicador de un antes y un después- es la de los años 1960. En ese mundo de posguerra, la juventud adquiere un rol protagónico, erigiéndose como nuevo actor social, dueño de otro tipo de participación hasta ese momento desconocido.
Como dice Millán
El protagonismo juvenil en las revueltas de los sesenta inspiró a muchos contemporáneos para pensar este fenómeno como parte de una ruptura generacional de posguerra, aunque algunos autores intentaron rastrear el conflicto más allá de aquella era (Feuer, 1969; Moskvichov, 1979). (…) Hacia los ‘60, según Mead, la “revolución tecnológica” produjo transformaciones sin precedentes en la relación de los humanos con su entorno material. Debido a su socialización los miembros más antiguos de la sociedad estaban incapacitados para manejarse en la nueva realidad y requerían el concurso de los jóvenes, que habían crecido con las nuevas tecnologías y/o las habían creado. En este escenario emergió una nueva modalidad de relaciones intergeneracionales (…) donde los ancestros deben aprender de sus descendientes. A pesar de estas transformaciones, los puestos clave en la dirección de las sociedades estaban en manos de las generaciones mayores, sin permitir a los jóvenes una participación acorde a su nuevo rol en la vida colectiva. Las revueltas juveniles y estudiantiles serían la puesta en evidencia de esta asincronía entre el desarrollo social y las instituciones políticas[1].
Si las ilusiones de orden y progreso, promesas de la Modernidad, habían sucumbido ante la violencia, era de esperar que surgieran movimientos reaccionarios capaces de llevar adelante causas colectivas en favor de un mundo más justo e igualitario.
A tal efecto, hay por lo menos tres episodios que marcan el pulso de aquellos convulsionados años:
- Uno, referido a la cultura rock: la revolución de la banda musical The Beatles posicionó a los jóvenes como sujetos de derecho con amplios alcances para transformar la sociedad; y esa tendencia se expandió masivamente, creando identidad y pertenencia en grupos emergentes. “La historia de las prácticas políticas de los jóvenes secundarios es inescindible de sus prácticas y emergentes culturales, particularmente de las décadas del 60 y del 70. Ellos habían incorporado la cultura de masas y el rock como parte de sus marcos identitarios”[2];
- Otro, vinculado al avance tecnológico: el desarrollo de las tecnologías de la comunicación (TV, radio, cine, computadora personal) hizo que las nuevas generaciones se apropiaron de su uso y difusión, optimizando sus canales de visibilidad.
- Por último, el contexto político y social: mientras Estados Unidos de Norteamérica daba un salto en la carrera armamentista contra la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas con la llegada humana a la Luna en 1969, el final de la década estuvo caracterizado por revueltas obreras y estudiantiles, como el Mayo Francés y la Primavera de Praga. A su vez, los efectos de la Revolución Cubana en América Latina sucumbían ante el asesinato del Che Guevara en 1967 y la Ciudad de México vivía un clima de violencia y represión a sectores como los movimientos estudiantiles en 1968, que tenían una valoración positiva de lo que implicaba la educación como fuente transformadora de la sociedad. Según Donoso Ramos
… En el movimiento mexicano de 1968, como ha ocurrido en todos los grandes alzamientos estudiantiles de los últimos cien años en América Latina, sus participantes compartían una valoración positiva de la educación. La entendían, básicamente, como una institución capaz de proveer herramientas provechosas para la interacción social en sociedades urbanizadas e industrializadas o, más ajustadamente, en vías de serlo. No obstante, como se podrá comprobar a lo largo de estas páginas, un análisis históricamente situado en un contexto particular permite apreciar la diversidad de concepciones presentes en dichas valoraciones. Por esto, aunque la educación era importante para todos, sólo para algunos era un elemento fundamental en la consecución de los cambios deseados para este período[3]
En ese clima de época, las principales ciudades de Argentina estaban atravesadas por el conflicto armado y la represión estatal.
Tal como sostiene Raquena
En el marco de un pronunciado proceso de radicalización política – signado por la proscripción del peronismo luego del golpe de estado de setiembre de 1955, la instauración de un régimen autoritario como el de la autodenominada Revolución Argentina en junio de 1966 y la crisis en el seno de las viejas izquierdas y la consecuente emergencia de la llamada nueva izquierda – el Mayo Francés actuó como un prisma que permitía observar, recuperar pero también dejar definitivamente en el pasado a la Reforma Universitaria de 1918.[4]
Citando tan sólo algunos ejemplos, cabe mencionar a La Noche de los Bastones Largos (1966) como un suceso de persecución a estudiantes universitarios de la UBA, a manos del gobierno de facto comandado por Juan Carlos Onganía, que pretendía atentar contra la autonomía propuesta por la Reforma Universitaria de 1918, sin lugar a dudas un hecho de relevancia en la historia del movimiento estudiantil argentino.
En Córdoba, los efectos colaterales de Mayo del 68 se reavivaron con el denominado Cordobazo (1969): una ola de protestas que unió al sector estudiantil con el movimiento obrero, buscando ambos colectivos mejores condiciones de trabajo:
(…) En la Córdoba de 1968, que es la Córdoba previa al Cordobazo, era posible mirarse en el espejo del Mayo Francés mediante el recurso a la Reforma de 1918; ahí estaba todo: jóvenes enojados tomando la palabra y destrozando el mundo de los viejos, antiimperialismo y, fundamentalmente, la idea de que el mundo tal como lo habían conocido había cambiado irremediablemente después de la Gran Guerra.[5]
Y mientras el rock nacional daba sus primeros pasos, con letras y melodías que invocaban el despertar de una nueva era, el regreso de Juan Domingo Perón a la Presidencia de la Nación en 1973 –tras dieciocho años de exilio- vaticinaba una expectativa que quedó inconclusa.
Su muerte en 1974 generó un vacío institucional que allanó el camino para que un nuevo gobierno militar accediera el poder.
En marzo de 1976, la Dictadura comandada por Jorge Rafael Videla iniciaba una etapa de violencia institucional.
Uno de los grupos que quedarían inmediatamente sometidos a la vigilancia y el control sería el claustro estudiantil, no solamente en el nivel universitario sino también en las escuelas secundarias.
Pocos meses después de su asunción, la ciudad de La Plata se vistió de luto: a pocos días del comienzo de la primavera ocurría la Noche de los Lápices.
II. Desarrollo:
- El hecho
En 1976, durante la última Dictadura Cívico Militar en Argentina, se llevó a cabo una serie de secuestros, torturas, desapariciones y muertes, a un grupo de estudiantes secundarios de La Plata que tenían entre 16 y 18 años de edad. El acontecimiento tuvo lugar el 16 de septiembre del año mencionado y constituyó uno de los hechos más conocidos del Terrorismo de Estado en el país, alcanzando incluso repercusión internacional.
De los diez víctimas, cuatro sobrevivieron (Pablo Díaz, Emilce Moler, Gustavo Calotti, Patricia Miranda) y seis continúan desaparecidas al día de la fecha (María Claudia Falcone, Horacio Ungaro, Francisco López Muntaner, Ana Clara Ciocchini, Claudio de Acha, Daniel Racero).
Las razones tuvieron que ver con el perfil militante de los adolescentes, quienes además de reclamar por la gratuidad del boleto estudiantil, participaban activa y políticamente en diversas regiones de su ciudad –en especial, haciendo actividades socioeducativas-, todo lo cual era considerado como iniciativas subversivas para las Fuerzas Armadas.
Cabe destacar que sus acciones tenían como epicentro el universo escolar; y en efecto, formaban parte de agrupaciones como la UES (Unión de Estudiantes Secundarios) y la Juventud Guevarista, claramente puestos bajo la lupa durante el gobierno militar.
En todo ese período, los centros de estudiantes fueron intervenidos y buscaban ser desarticulados por las Fuerzas Armadas, que veían en ellos una potencial amenaza contra su hegemonía. Sin embargo, en palabras de Califa y Millán, esa actitud de resistencia no fue la misma en los años anteriores al último Golpe de Estado;
Durante el tercer peronismo no se registraron nuevos levantamientos estudiantiles. Los “azos” de aquella etapa etiquetaron, generalmente, ataques de la derecha sobre las fuerzas populares. Los estudiantes prosiguieron su militancia universitaria con un inédito respeto a la institucionalidad, algo observable en el predominio, desde 1973, de las declaraciones de apoyo al gobierno o a las autoridades por sobre la acción directa y la movilización callejera. En este contexto se incrementó notoriamente la influencia de la izquierda del peronismo, particularmente en la UBA, aunque esas organizaciones no pudieron estabilizar esa acumulación. En 1974, en un contexto de represión paraestatal, empezaron su franca retirada, algo que también experimentaron luego otras fuerzas de izquierda y del reformismo, todos muy fraccionados en líneas de acción que en la dinámica del proceso se iban colocando más o menos a la izquierda, dando lugar incluso a alianzas que poco tiempo atrás hubieran resultado insólitas. Es un dato relevante que retrata el nuevo panorama el hecho de que la resistencia callejera y fabril de la clase obrera ante la política económica del ministro Celestino Rodrigo durante 1975 -el llamado “Rodrigazo”-, no contó con respaldo activo del movimiento estudiantil, ya muy desarticulado. Así, una etapa de movilización y lucha estudiantil, la más importante de la historia argentina, se había clausurado definitivamente.[6]
- Las políticas de Estado a partir de 1983
Desde la recuperación de la democracia hasta nuestros días, hay políticas cada vez más difundidas en materia de derechos humanos, a partir de las cuales diversos partidos han hecho causa nacional de algunos sucesos trascendentales de la historia reciente de la nación.
Luego de un período de transición democrática en que el gobierno electo de Raúl Alfonsín creó la CONADEP para luego realizar el Juicio a las Juntas Militares, se pudieron reconstruir los hechos del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional a partir de un conjunto de pruebas en que también fueron consideradas evidencias las voces de las víctimas que lograron sobrevivir.
En ese sentido, el testimonio de Pablo Díaz –sobreviviente de la Noche de los Lápices– resultó clave para condenar a los responsables de secuestrar y torturar a jóvenes estudiantes de la escuela secundaria que militaban políticamente y luchaban por la gratuidad del boleto estudiantil, entre muchas otras maneras de participar activamente que tenía el grupo en cuestión.
Las palabras de Díaz dieron forma a una narrativa que se popularizó en el lenguaje audiovisual: la película La Noche de los Lápices –dirigida por Héctor Oliveira y estrenada en septiembre de 1986; es decir, a una década de la tragedia- es la síntesis de un trabajo de investigación realizado por Héctor Ruiz Núñez y María Seoane, quienes en abril de ese mismo año publicaron un libro homónimo.
Desde entonces, el tema se vuelve centro de debate por despertar controversias en cuanto a los usos e interpretaciones referidos al pasado.
Sin embargo, pone de manifiesto la legitimidad de repudiar la violación de derechos humanos.
Dice Jelin:
En la Argentina, el movimiento de lucha contra los crímenes que se cometieron durante la última dictadura militar se llamó movimiento de derechos humanos. Este movimiento se creó a mediados de los años setenta bajo el paradigma de la violación a los derechos humanos. Esto tuvo muchas consecuencias. Sin ninguna duda los derechos humanos fueron violados: torturas, desapariciones, asesinatos, privación ilegítima de la libertad, apropiación de chicos; son todos crímenes espantosos. Está claro que son crímenes de lesa humanidad en la terminología internacional que existe en este momento, que no prescriben, todo eso lo sabemos. Estos crímenes fueron interpretados en la clave de violación a los derechos humanos, que era un paradigma que se fue instalando en los años 70 en el mundo, y que no existía antes. Y a partir de ahí llamamos movimientos de derechos humanos a todo el conjunto de organizaciones y de activismo que reclaman distintas cuestiones ligadas con la última dictadura militar, con lo cual, en la Argentina, la palabra derechos humanos quedó pegada al tema de la dictadura.[7]
Ese posicionamiento es sustentado por distintas miradas que han avalado académicos y profesionales de diversos ámbitos, quienes ponen el eje en resaltar todo un contexto político y social que causó las pérdidas humanas ocasionadas:
Por otra parte, como un ingrediente de no menor importancia, la dictadura argentina y la causa de los desaparecidos (un término que se dice en castellano en el mundo) han quedado incorporadas a la memoria de Occidente. Una prueba de esa internacionalización de la memoria, que incorpora la tragedia argentina a la serie de los crímenes masivos del siglo XX, puede verse en la reciente designación, por unanimidad, de Luis Moreno Ocampo, que fue el fiscal adjunto en el Juicio a las Juntas, como primer fiscal de la Corte Penal Internacional.[8]
La Noche de los Lápices se da a conocer en los primeros años de la recuperación de la democracia, con lo cual la juventud se convierte en un objeto de estudio clave para los nuevos tiempos de reparación:
Los estudios sobre juventudes se inician en Argentina paulatinamente con la restauración constitucional de 1983, luego del período de la última dictadura militar (1976-1983) en que “joven” era considerado sinónimo de “subversivo”, y por tal, estaba vedado como posible tema de investigación. Sólo el trabajo de Clementi (1982), es anterior a esa fecha y parece presagiar esa tendencia. En esa década la categoría de “juventud” adquiere rango internacional al ser declarado el año 1985 por Naciones Unidas como el Año Internacional de la Juventud, lo que motivó el inicio de los estudios sobre la cuestión juvenil en Argentina (Braslavsky, 1986; Llomovate, 1988; Mekler, 1992). A partir de allí continúa una curva ascendente en la producción científica sobre juventudes, que en la década de los noventa se observará en la proliferación de tesis doctorales y artículos sobre el tema (Chaves, 2009).[9]
Sin embargo, en esos años hay una pérdida de interés por parte de los jóvenes en las movilizaciones; y después de una década de los 90 caracterizada por la relativa indiferencia hacia la política sucede un retorno de prácticas participativas y reivindicativas en el espacio público, algo que se da inicialmente durante la gestión de los gobiernos kirchneristas (2003-2015).
Al respecto, Larrondo analiza que
La década de 1990 ha sido leída como un momento de crisis de los vínculos entre el sistema representativo formal y la ciudadanía (…) hacia fines (de esos años) los jóvenes daban muestra de un rechazo a “la política” y de cierto desinterés por lo público, replegándose a otras prácticas más vinculadas a las “estéticas/estilos de vida juveniles” o a la “vida privada”.[10]
Desde los primeros años de este siglo, la agenda de políticas públicas estuvo destinada –entre otras decisiones- a defender los derechos humanos, reabrir expedientes para condenar a culpables de crímenes de lesa humanidad y establecer efemérides conmemorativas de situaciones que necesariamente deben formar parte de la memoria colectiva. Para ello, fue imprescindible contar con la adhesión de la juventud, algo que por ejemplo tendrá su lugar en las efemérides escolares.
Algunos ejemplos de cómo las políticas oficiales tuvieron eco en las escuelas son los decretos que designan -como fechas de feriados nacionales- los días 24 de marzo (comienzo de la última Dictadura Cívico Militar de 1976) y 2 de abril (inicio de guerra de Malvinas, homenaje a Veteranos y Caídos en combate).
También, se promulga el 22 de octubre como el Día del Derecho a la Identidad (en honor a las Madres y Abuelas que comenzaron a caminar por Plaza de Mayo para visibilizar su lucha).
Mucho antes, en 1988, se había establecido el 16 de septiembre como el Día de los Derechos del Estudiante Secundario, en clara alusión a las víctimas de la Noche de los Lápices; pero, teniendo en cuenta esa tragedia, las políticas oficiales de las últimas dos décadas procuraron darle un nuevo impulso.
Dichos reconocimientos se explicitan en el calendario escolar, motivo por el cual es obligatorio en todas las instituciones educativas del país hacer mención a estas efemérides llamadas a crear conciencia y responsabilidad ciudadanas; asimismo, señala la impronta de un Estado ocupado en difundir los valores de memoria, verdad y justicia, como hilo conductor de sus políticas públicas.
- El movimiento estudiantil secundario en la actualidad
En la ciudad de La Plata, la participación política de la juventud, fundamentalmente de estudiantes de escuelas secundarias, encuentra su momento cumbre cada 16 de septiembre, día de la conmemoración de la tragedia estudiantil ocurrida en 1976.
Para esa fecha, las principales agrupaciones de la comunidad se reúnen a los fines de hacer una marcha, que generalmente sale de Plaza Italia (7 y 44) en dirección al Ministerio de Obras Públicas (7 y 58), lugar clave para comprender los hechos porque en septiembre de 1975, es decir, un año antes de los acontecimientos, sucedió un reclamo masivo de jóvenes que exigían la implementación del boleto estudiantil.
Durante los últimos años, se hizo frecuente el creciente interés de la juventud por este suceso. Incluso, tales movilizaciones fueron acompañadas de distintas consignas: “Los lápices se preguntan: ¿Dónde está Santiago Maldonado?” (2017), “La educación está en peligro, no nos roben el futuro” (2018), “Los lápices siguen escribiendo en las calles y en las urnas” (2019), cada una de los cuales atendía a una coyuntura del país a nivel general, especialmente en el período del partido por entonces llamado Cambiemos (2015-2019), que gobernaba a nivel nacional y cuya ideología (identificada con la derecha política, el neoliberalismo y “la mano dura”) entra en tensión con aquellos principios que activan la militancia en defensa de los derechos, la inclusión y la diversidad, herederos de una línea de continuidad que identificarían al peronismo de los 70 y al kirchnerismo de los últimos 15 años.
En las marchas conmemorativas de la Noche de los Lápices hay imágenes que se repiten: los rostros de los estudiantes desaparecidos (fotografías del DNI, en blanco y negro), imágenes de lápices transfigurados (es decir, simbolizando algo más que meros objetos para escribir), el guardapolvo y el boleto.
De alguna manera, las imágenes se convierten en espacio de memoria y, según Raggio, la tragedia todavía tiene fuerte presencia en las escuelas
porque la fecha ha sido instituida como día conmemorativo dentro de las efemérides escolares que lo han hecho permanecer vigente y ha facilitado su apropiación y reactualización por los actores políticos juveniles, como se expresa cada año en las marchas y actos conmemorativos, sobre todo en la ciudad de La Plata.[11]
En los años siguientes, la marcha tuvo otras consignas: “La educación está en peligro, no nos roben el futuro” (2018)[12], “Los lápices siguen escribiendo en las calles y en las urnas” (2019)[13]. Cada una de ellas instaló una problemática que pretendía hacer causa común con la coyuntura del país a nivel general, especialmente en el período gobernado por Cambiemos (2015-2019), cuya ideología entra en tensión con aquellos principios que activan la participación en defensa de los derechos humanos, la inclusión y la diversidad; justamente, pilares del kirchnerismo basado en los ideales del peronismo. Tal controversia se explica a partir de argumentaciones como las siguientes:
¿Qué cambió en la gestión de Cambiemos? En términos educativos, quien fuera ministro de educación y actual senador Esteban Bullrich, expresaba a los inicios de su gestión que “hay que crear argentinos capaces de vivir en la incertidumbre y disfrutarla”; este sentido de construcción sobre los jóvenes en vínculo con la educación fue acompañado con decisiones de recorte de programas en todos los niveles del sistema. Recientemente se produjo un ajuste de 3 mil millones a las universidades nacionales, acompañado a posteriori de discursos por parte de funcionarios y dirigentes de Cambiemos, desvalorizando las inversiones en educación superior. Una de las más desafortunadas y cuestionadas intervenciones estuvo a cargo de la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, quien desvalorizó la existencia de universidades públicas, refiriéndose sobre todo a las del conurbano bonaerense, ya que a su entender los sectores de pobreza no llegarán jamás a estudiar allí (Página/12, 30 de mayo de 2018). Así, fundamentaba cierto espíritu de “justicia impositiva”.[14]
En este clima de época es importante describir los tres períodos kirchneristas en la Presidencia de la Nación (de 2003 a 2015) como instancias que posicionaron al Estado en tanto ente que está al servicio de diversas políticas públicas; entre ellas, propiciando la participación de la juventud en la escena pública y la defensa de sus propios derechos. Legitima esos posicionamientos a través de medidas como las que se mencionan a continuación:
- Ley N° 26.061 de Protección Integral de los Derechos de los niños, niñas y adolescentes (2005)[15], que concibe a los menores de edad como sujetos de derecho.
- Ley N° 26.150 de Educación Sexual Integral (2006)[16], que establece para las escuelas desde nivel inicial a secundaria superior la implementación de un plan obligatorio para tal temática.
- Ley N° 26.206 de Educación Nacional (2006)[17], que además de establecer la obligatoriedad de la escuela secundaria, alentó la creación de Centros de Estudiantes y diversas formas de participación política, incluyendo en su plan de estudios materias como Política y Ciudadanía.[18]
- Ley 26.774 (2012)[19] de Ciudadanía Argentina que extiende la edad del voto, siendo optativo entre los 16 y 18 años de edad.
Podría pensarse que las legislaciones citadas anteriormente son expresiones que dan sustento a un conjunto de derechos que deben conocer y defender los estudiantes de escuelas secundarias. De allí, por ejemplo, que estén incorporadas al ámbito educativo.
En relación a los Centros de Estudiantes, el pasado reciente habla de una apertura con limitaciones a partir de la recuperación de la democracia.
Según Larrondo
El auge de la participación y la promoción de las prácticas participativas en los jóvenes de entonces, constituyó una apertura, pero con limitaciones. Se permitió la organización de los Centros de Estudiantes, pero con una seria vigilancia en torno a la prohibición de poner en práctica actividades “políticas” (…) las instancias de participación estudiantil quedaron bajo la órbita del control adulto.[20]
La misma autora analiza que, actualmente, el movimiento estudiantil presenta situaciones disímiles en distintas escuelas de Nivel Secundario en Argentina, pero que -a pesar de ello- existen distintos tipos de participación juvenil más allá de los ámbitos educativos formales dado que todavía persisten ciertos temores de las autoridades escolares a crear espacios de intervención entre los estudiantes:
(Hay) instituciones que cuentan con Centros de Estudiantes consolidados, otras cuyos Centros de Estudiantes están en proceso de formación y otras que no cuentan ni siquiera con iniciativas para conformarlo (…). Las escuelas con presencia “histórica” de militancia actividad, tienen mayores posibilidades de sostener el Centro de Estudiantes y emprender acciones participativas (…). En (algunas escuelas) cualquier acción o demanda que pueda caracterizarse como “política” corre el riesgo de ser fuertemente rechazada. Estas tensiones, pueden redundar, en algunos casos, en la disolución del Centro de Estudiantes que deja el “campo libre” a las autoridades escolares para impulsar formas de participación juvenil “apolíticas”[21]
Evidentemente, el interés por la política parece ser un fenómeno recuperado en los últimos años. Y para muestra de ello, un acontecimiento de gran repercusión podría ser el fallecimiento de Néstor Kirchner en octubre de 2010, que despertó aún más el ímpetu de los jóvenes por participar (generalmente en agrupaciones afines al oficialismo).
Así lo expresa Alejandro Cosachcow
En el año 2008, durante las significativas movilizaciones a favor y en contra del gobierno nacional en el denominado “conflicto del campo”, participaron jóvenes de los dos lados apoyando al gobierno nacional o a la oposición. Durante el año 2010 se produjeron importantes tomas de escuelas secundarias en la CABA y Córdoba. Ese mismo año, en las movilizaciones de despedida por la muerte del ex Presidente Néstor Kirchner, fue posible observar muchas imágenes en los medios masivos de comunicación que dieron cuenta de una significativa presencia juvenil, que luego tuvo su correlato en el desarrollo de un conjunto de organizaciones juveniles de las entonces fuerzas oficialistas (Vázquez, 2015)[22].
Estas circunstancias son indicadores de una época y formas muy particulares de hacer política, que se extienden desde la nación a las provincias y de allí a los municipios.
Además, el mismo politólogo señala en el kichnerismo la presencia de una estrategia que convocó a la juventud en la región, algo con lo que estaría de acuerdo Larrondo al señalar que tal partido creó su propio marco de acción colectiva al expandirse en las escuelas secundarias: “De este modo, los objetivos del movimiento estudiantil, la concepción de defensa de la educación pública, la construcción de los problemas educativos y el rol del estudiante secundario y de sus oponentes, adquirirían su sentido a partir (del proyecto nacional y popular).[23]
Sin embargo, las acciones de los jóvenes habrían tenido un contrapunto con la irrupción de Cambiemos, cuyas políticas exponen “discursos y acciones que tienden a la mercantilización de los procesos sociales y la exclusión (con lo cual) las construcciones de las juventudes van dirigidas a nuevos individualismos”[24].
III. Conclusiones
La historia del movimiento estudiantil en Argentina tiene una tradición importante, de relevancia y repercusión trascendentales, desde la Reforma Universitaria de 1918, un puntal que se extendió en toda América Latina y que de algún modo también fue clave para recepcionar las transformaciones que sucedieron en las décadas de 1960 a nivel mundial, como el Mayo Francés en tanto acontecimiento referencial de múltiples dimensiones.
En ese recorrido, el interés político por las juventudes próximas a las universidades asumió otros alcances con el fenómeno del peronismo, un partido político que incorporó en el debate público a los sectores populares.
Desde ese tiempo, fue notorio el interés de los estudiantes por la política, algo que sólo se vio interrumpido en tiempos de dictaduras o debilitado por crisis sociales o económicas, tal como se manifiesta en la Argentina de los últimos 50 años.
Para el país y la Región, la Noche de los Lápices es un hito en la historia del movimiento estudiantil de Escuelas Secundarias, pero su impacto trasciende por amplio margen a los ámbitos educativos.
Se trató de una tragedia a causa de la violencia estatal, resistente no solamente a los reclamos por mejores condiciones en cuanto a uno de los derechos básicos que deben ser garantizados por todo gobierno (el de la educación) sino también a cualquier tipo de participación política de la juventud.
Sin embargo, el hecho parece quedar intrínsecamente asociado al ámbito escolar, presentándose incluso como el triste destino de adolescentes que soñaban con un mundo más justo e igualitario.
Que una Ley Federal de Educación -propuesta por un gobierno que en su agenda tiene a los derechos humanos como uno de sus principales fundamentos- reúna un conjunto de iniciativas para fomentar el interés de los adolescentes por la política implica asumir que ese derecho también debe ser también defendido y garantizado por las autoridades escolares, las cuales en vez de temer los posibles desmanes de los estudiantes tendrían que ocuparse en estimular la cultura democrática, lo cual implica ejercer tanto derechos como obligaciones.
Si eso no sucede, la Noche de los Lápices será más un recuerdo que una oportunidad llamada a convocar el interés de los jóvenes por la educación y sus propias circunstancias.
Además, lo preocupante sería que esa juventud que cada 16 de septiembre participa de marchas conmemorativas, no tenga en la escuela su necesario espacio de intervención para generar transformaciones en sus comunidades de pertenencia.
Cada integrante de una institución educativa debe asumir que los actores adolescentes son un actor político. Negarlo sería contradictorio, además de impertinente.
– Bibliografía
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- Artículos no académicos
- Diagonales. “A 42 años de la Noche de los Lápices: ´reclamamos educación gratuita y de calidad´. Recuperado de https://diagonales.com/app.php/contenido/a-42-aos-de-la-noche-de-los-lpices-reclamamos-educacin-digna-gratuita-y-de-calidad/11088
- Tiempo Argentino. Multitudinaria marcha por la Noche de los Lápices en La Plata (16 de septiembre de 2019). Recuperado de https://www.tiempoar.com.ar/informacion-general/multitudinaria-marcha-por-la-noche-de-los-lapices-en-la-plata/
[1] Millán, P. “Un análisis crítico de las interpretaciones sobre los movimientos estudiantiles de los ’60”, p 24. En Los ‘68 latinoamericanos: movimientos estudiantiles, política y cultura en México, Brasil, Uruguay, Chile, Argentina y Colombia / Mariano Millán… [et al.]; compilado por Pablo Augusto Bonavena; Mariano Millán. – 1a ed. – Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Universidad de Buenos Aires. Instituto de Investigaciones Gino Germani – UBA, 2018.
[2] Larrondo, M. Lápices de colores: el movimiento estudiantil secundario en Argentina: investigaciones recientes. -1ª ed.- Ciudad Autónoma de Buenos Aires: CLACSO, 2013.
[3] Donoso Ramos, A. «El movimiento estudiantil mexicano de 1968 en clave latinoamericana: aproximación a las nociones de educación y transformación social». Historia Crítica, n.o 63 (2017): 137-157.
[4] Raquena, P. “París, Buenos Aires, Córdoba. El Mayo Francés como acontecimiento de la cultura política argentina, 1968 – 1972”. Revista de la Red de Intercátedras de Historia de América Latina Contemporánea Año 5, N° 9. Córdoba, Diciembre 2018-Mayo 2019. ISSN 2250-7264.
[5] Ibid.
[6] Califa, J. y Millán, M . (2019). “Las experiencias estudiantiles durante los ´azos´ argentinos en perspectiva latinoamericana”, Contenciosa, n. 9.
[7] Badaró, Máximo. “Repensando la relación entre memoria y democracia: entrevita a la soci´loga argentina Elizabeth Jelin”, en N° 7 de la Stockholm Review of Latin American Studies, 2011 http://ides.org.ar/archivo/ (https://www.lai.su.se/polopoly_fs/1.135175.1368788160!/menu/standard/file/SRoLAS_07_2011.pdf)
[8] Vezzetti, Hugo. “Conflictos de la memoria en la Argentina. Un estudio histórico de la memoria social”, en Pérotin-Dumon, Anne (dir.). Historizael pasado vivo en América Latina. http://historizarelpasadovivo.cl/downloads/vezzeti.pdf.
[9] Manzano, V. (2018 ) “Tres reflexiones sobre las relaciones entre movimiento estudiantil universitario, juventudes y política en los últimos cincuenta años”. En Buchbinder, P. (comp.) Juventudes universitarias en América Latina. Rosario: HyA.
[10] Larrondo, M. (2013) Op. Cit.
[11] Raggio, S. M. (2011) Los relatos de la Noche de los Lápices: Modos de narrar el pasado reciente. [En línea] Aletheia, 1(2). Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.4815/ pr.4815.pdf
[12] Diagonales. “A 42 años de la Noche de los Lápices: ´reclamamos educación gratuita y de calidad´. Recuperado de https://diagonales.com/app.php/contenido/a-42-aos-de-la-noche-de-los-lpices-reclamamos-educacin-digna-gratuita-y-de-calidad/11088
[13] Tiempo Argentino. Multitudinaria marcha por la Noche de los Lápices en La Plata (16 de septiembre de 2019). Recuperado de https://www.tiempoar.com.ar/informacion-general/multitudinaria-marcha-por-la-noche-de-los-lapices-en-la-plata/
[14] Acevedo, M., Andrada, S., López, E. y Rotondi, E. (2021) Políticas de juventud en tiempos de Cambiemos: ¿de la inclusión a la meritocracia? Disponible en https://juventudes.sociales.unc.edu.ar/wp-content/uploads/sites/95/2021/04/Pasaron-cosas.-Politica-y-politicas-publicas-en-el-gobierno-de-Cambiemos.-Pasaron-cosas.-en-el-gobierno-de-Cambiemos-paginas-336-358.pdf
[15] Ley N° 26.061. Ley de Protección Integral de los Derechos de los niños, niñas y adolescentes. Disponible en: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/110000-114999/110778/norma.htm
[16] Ley N° 26.150. Ley de Educación Sexual Integral. Disponible en: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/120000-124999/121222/norma.htm
[17] Ley N° 26.206. Ley de Educación Nacional. Disponible en: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/120000-124999/123542/norma.htm
[18] Diseño Curricular para la Educación Secundaria. Política y Ciudadanía. Disponible en: http://abc.gob.ar/secundaria/sites/default/files/documentos/politica_y_ciudadania.pdf
[19] Ley N° 26.674. Ley de Ciudadanía Argentina. Disponible en: http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/200000-204999/204176/norma.htm
[20] Larrondo (2013), Op cit.
[21] Ibid.
[22] Cosachcow, A. “La producción política de las juventudes en espacios de militancia juvenil de partidos oficialistas a nivel subnacional/local en la Argentina (2008/2017)”, p. 108. Políticas de juventudes y participación política / Pedro Núñez … [et al.]; compilado por Diego Beretta … [et al.] ; prólogo de Melina Vázquez. – 1ª ed. – Ciudad Autónoma de Buenos Aires : CLACSO ; Rosario: Universidad Nacional de Rosario-UNR, 2019. Libro digital, PDF Archivo Digital: descarga y online ISBN 978-987-722-446-7. Recuperado de http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/gt/20191113060742/Politicas_de_juventud.pdf
[23] Larrondo, M. (Diciembre, 2018). “La militancia estudiantil secundaria durante el kirchnerismo y apuntes iniciales tras el triunfo de Cambiemos”. Ánfora, 25(45), 71-98. DOI: https://doi.org/10.30854/anf. v25.45.2018.XXX Universidad Autónoma de Manizales. ISSN 0121-6538
[24] Op cit.,Acevedo, M., Andrada, S., López, E. y Rotondi, E. (2021).
Foto: Revista Bordes