Facundo Mora es un joven de Trelew (Chubut). Desde principios de marzo estudia la carrera de Física en la Universidad Nacional de Río Negro, debiéndose mudar a Bariloche para cumplir su objetivo.
Hace unas semanas, los medios locales contaron su historia. Al describir los hechos, destacaron el sacrificio que hace cada día junto a su padre, quien lo acompaña en ese genuino deseo de salir adelante, progresar y aprovechar la posibilidad tan única como privilegiada de estudiar gratuitamente en una institución de prestigio local e internacional. Es probable que se trate de la tan ansiada oportunidad de poner en alto el nombre de una familia que esperó desde siempre este momento.
Según la perspectiva del enfoque, su situación puede ser catalogada como una hazaña, fruto del enorme culto al esfuerzo, vocación admirable y ejemplo a seguir.
Es cierto todo aquéllo.
Como también es verdad que de ninguna manera resulta ingenuo mostrar un costado de la realidad que niega otra; sin lugar a dudas, la preocupante.
Facundo y su papá están alojados en una camioneta. Para ir al baño, todos los días visitan una estación de servicio, donde aprovechan a cargar el celular mientras el estudiante universitario se sienta a repasar sus apuntes.
El séquito partidario de la meritocracia no dudaría en aplaudirlo de pie, como si hubiera algo que festejar.
Sin embargo, hay que quitarse el velo.
La noticia no es que un muchacho voluntarioso decide ir a la Facultad para ser docente en el futuro y devolverle algo a su comunidad.
La noticia es otra, mucho más triste.
La noticia es que Facundo no tiene las condiciones básicas para vivir en otro medio, dejándose de lado sus derechos humanos, aquellos que hacen a la dignidad de la persona.
Aunque lo sostengan sus sueños, hay un Estado que lo está ignorando mientras una parte de la sociedad es cómplice de ese destrato.
(Estas palabras nunca quedarán en desuso a pesar de que recientemente haya llegado una beca salvadora para alguien que lo necesitaba con urgencia; que Facundo vuelva a ser noticia dentro de un tiempo pero por otros motivos: para contar, por ejemplo, cómo le fue en todo este trayecto. Nos vemos en un par de años).