Lo que dejamos

«… ¿Cómo pudo ser que un ebrio destino nos dejara sin ella? Sol Viñolo (…). A horas de su muerte nos pondremos a publicar su obra naciente.

(…)

Hizo suya una actitud heterodoxa, movediza y bien pertrechada para atravesar fronteras. Inconforme con dogmas, con la violencia simbólica de instituciones e ideas normadas (…)

 ¿Dónde está la poesía en Córdoba? ¿Qué espacios habita? ¿Quiénes la impulsan? Pocas manifestaciones culturales abarcan un ambiente tan amplio, tan diverso entre los márgenes de lo marginal y la coraza de los cánones y panteones resguardados en/por la Universidad. Comenzó a componer su propio repertorio de escritores, editoriales, eventos, librerías, bibliotecas, huellas del asunto en donde no se suponía que existiera.

(…)

Siempre comprometida con alguna causa política y dispuesta a la inmersión en el arte, no perdía su norte y alternaba tiempos de alejamiento del mundo institucional y tiempos de rigurosa dedicación al trabajo de cátedra, a las exigencias de informes, de exámenes. Un tema la angustiaba: la necesidad de darse a conocer, de publicar.

(…)

Su presencia nos llama a la reflexión profunda, a luchar contra las injusticias que siembra el capitalismo, a cuestionar dogmas e ideas convencionales. Muches visitarán su biblioteca, su archivo, y un ineludible ejercicio de memoria asegurará la extensión de su proyecto.

(…)

Te querremos siempre. Gracias Sol por invitarnos a acompañarte en algún tramo de tu gloriosa vida».

Estas palabras fueron publicadas el último 18 de mayo por la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. Las escribió Gustavo Sorá, Doctor en Antropología Social y director de tesis de Sol Viñolo, quien el día anterior había fallecido junto a su amigo Agustín Burgos a causa de un conductor alcoholizado que los atropelló. Herida quedó Fernanda Guardia, compañera de las víctimas, pero pudo salvar su vida.

Sol, de 29 años de edad, estaba cursando el último tramo de su Doctorado. Tenía mucho para dar.

Supe de ella ni bien sucedió su muerte y mis búsquedas en Internet se centraban en conceptos como antropología, memoria e identidad.

Sospecho que habríamos sido cercanos colegas, uniendo causas comunes y perspectivas de vida.

Pero hay momentos tan crueles como inexplicables que arrojan vacíos.

Si la antropología estudia las diversas culturas y trata de comprender las circunstancias que atraviesan a los seres humanos, qué quedará respecto de estos tiempos en que la muerte deviene instancia de reivindicación para quienes son expulsados por un sistema injusto e injurioso.

Y probablemente ella, con esta ausencia, asista a la paradoja de estar más presente que nunca a través de su identidad, su integridad, su dignidad. Expuestas ante auditorios que, como yo, nunca la han conocido en persona.

Descansa en paz, Sol. Vos y todas aquellas subjetividades que se van de este mundo sin la voluntad de abandonarlo.


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