✔ Javier Roberto es motomensajero. Tiene 46 años de edad y está diagnosticado de EPOC. Hace un tiempo, mientras su hijo estaba comprándole los medicamentos, observó a un cartonero que andaba en ojotas y se le había roto una.
Le preguntó cuánto calzaba. El joven respondió que 40, su mismo número.
Sin dudarlo, el hombre se sacó sus zapatillas y se las dio.
El gesto fue fotografiado por una periodista que luego lo viralizó.
✔ Meses después, a un repartidor de Rappi le habían robado su bicicleta en su horario de trabajo.
Una joven que iba a recibir el pedido, al enterarse de la situación, le obsequió la suya.
La historia, captada por vecinos ocasionales del lugar, también llegó a las redes sociales y conmovió a más de uno.
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Ambos hechos ocurrieron recientemente en Buenos Aires pero podrían haber sucedido en cualquier otro lugar del país.
A un cartonero descalzo hay algo que las políticas oficiales de años de despilfarro y malas decisiones le han arrebatado.
A un repartidor de una multinacional que explota a sus trabajadores, en su mayoría jóvenes sin poder acceder a otras oportunidades, le han vulnerado sus derechos.
Ambos dependen de sí mismos para poder sobrellevar la adversidad.
En el camino, también, se han encontrado con personas sensibles y solidarias que repartieron lo propio con ansias de equilibrar una sociedad de por sí muy desigual.
A todos estos protagonistas no les sobra nada, excepto dignidad.
Tales episodios permiten poner en duda las estigmatizaciones que surgen al tomar la parte por el todo y sentenciar los vicios de las peores caras de la argentinidad, como si fuera un solo rostro.
Hay vida más allá de las debilidades humanas y el sensacionalismo de los medios de comunicación, proclives a un escándalo que ellos mismos generan sin ningún tipo de escrúpulos.
Quedémonos con la idea de que con ciertas noticias como las que aquí se comparten, el mundo puede ser un poquito mejor cada día.