Probablemente, América Latina sea el territorio más diverso del planeta.
Aquí confluye gran variedad de dimensiones: étnicas, culturales, sociales, religiosas.
Todo ello hace a la identidad de los pueblos, caminando entre tensiones que no siempre logran conciliarse.
Se trata de un lugar de postergaciones a partir del cual podría decirse que comienza la épica capitalista, ese relato que los Dueños del Mundo se apropian como un cuento de hadas y que aquí se denuncia desde no hace mucho tiempo.
Ya se ha hablado de Colón y la Corona. De los espejos de colores y las flechas. De la usurpación y la violencia.
Los pueblos originarios resisten como pueden. ¿Realmente se los conoce? ¿Hay un ámbito que permita su derecho a la ciudad? ¿Son parte de un nosotros o están segregados?
El Día del Respeto a la Diversidad Cultural surge como un grito en el desierto.
Casi como un instinto de supervivencia y una necesidad impostergable.
Algo que sucede en nuestras calles, continuamente colmadas de reclamos, banderas, megáfonos y murales.
La injustica y la exclusión, el hambre y los abandonos, dominan un escenario en que las subjetividades se encuentran.
¿Qué hay en común?
La lucha por pertenecer.