Nora Etchenique, trabajadora esencial

Dicen que la muerte suele mejorar a las personas, sobre todo a aquellas que realmente en vida han sido buenas.

También, hay quienes aseguran que las víctimas de torturas, si tienen la posibilidad de ser liberadas, tendrán el destino de morir dos veces: la primera, en sus momentos de clandestinidad, porque nunca más volverán a ser las mismas; la segunda -tal vez definitiva para quienes no creen en la trascendencia del espíritu- sucede cuando el deceso es corporal.

A Nora Etchenique (1955-2020) pueden referírseles ambas condiciones: la de ser una gran persona y la de morir dos veces, siendo la última de ellas el pasado viernes 7 de agosto, cuando el automóvil en que iba como acompañante no logró evitar un accidente vial.

Su deceso se produjo en el contexto de una marca identitaria capaz de definirla: la infatigable vocación de servicio, trabajando a partir de cotidianos viajes  -ida y vuelta- entre La Plata y 3 de Febrero, localidades en donde se encuentran las sedes del Instituto de Hemoterapia de la provincia de Buenos Aires que ella misma dirigía.

A Nora (de 65 años de edad) no la derrumbó su pasado como militante del partido comunista y el secuestro que sufrió por parte de los perpetradores del último terrorismo de Estado en 1977. Muy por el contrario, al salir cumplió su objetivo de recibirse de Médica en 1979 y desde entonces edificó una carrera dispuesta a ayudar a los demás.

Este último año, promovió la donación de sangre en el difícil e inédito contexto de la pandemia del Covid-19.

Recientemente, había afirmado: «“La sangre es un bien esencial. Necesitamos que las personas sigan donando porque, como sabemos, la sangre sólo puede ser obtenida de aquellos y aquellas que la donen de manera voluntaria y comprometida. Hoy, más que nunca, no podemos dejar de tener sangre en los hospitales”.

Partió sin despedirse.

De algún modo, en su ley.

Dándolo todo hasta el final de sus días.

Una columna de opinión no la devuelve a la vida, pero quizás sea la manera en que quienes quedamos aquí valoramos, respetamos y agradecemos, la fuerza y la humanidad de personas que no solamente señalan un camino sino que también lo honran.

Hasta siempre, Nora.

 

Nora Echenique

 


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