El 10 de abril de 1970 es la fecha oficial en que se confirma la disolución de Los Beatles, mítica banda inglesa -considerada por gran parte de la crítica especializada como la mejor todos los tiempos- que marcó un antes y un después en la historia de la música.
La noticia causó gran impacto en las redacciones de los principales diarios de la época, luego de que Paul Mc Cartney anunciara su adiós definitivo, una decisión que más tarde o más temprano parecía que iba a suceder, habida cuenta de las tensiones que se suscitaban al interior del grupo, cuyo líder -John Lennon- comenzaba a tomar vuelo propio al proyectar su carrera como solista.
Sin embargo, los inicios fueron muy distintos.
El sueño adolescente de ambos compositores había nacido en la segunda mitad de la década de los años 50, cuando frecuentaban bares y hacían presentaciones que despertaban los aplausos y la admiración de ocasionales espectadores.
Para principios de la década de 1960, John y Paul eran el corazón de una banda que, ya con un representante como Brian Epstein (quien entendía de música pero aún más de negocios), profesionalizó su arte al hacer giras por diversas ciudades. Por ese entonces, se había sumado George Harrison como guitarrista y más tarde Ringo Starr como batero, resultando así la formación definitiva, popularidad que alcanzó su auge en la identificación de los Fab Four (Los Fabulosos Cuatro).
Aun así, la creciente fama llegó a límites inconmensurables, con montones de fanáticos que se congregaban en los aeropuertos y multitudes que -según cuentan los testigos- se unían en un griterío durante los recitales, imposibilitando la escucha de los verdaderos protagonistas.
Causaron furor no solamente con su música, sino también en la forma de vestir, actuar y dar impulso a movimientos de paz y liberación en momentos de posguerra.
Salían frecuentemente en tapas de revistas, actuaban en películas, eran noticia por lo que hacían o dejaban de hacer; el estrellato -de alguna u otra manera- fue lo que les impidió vivir.
Por eso, tal vez, hayan surgido disputas, desacuerdos y egos incontrolables por pensar distinto, junto a desencuentros generados a partir de la trágica muerte de Epstein (gestor y administrador de los celos y debilidades) y la presencia de Yoko Ono (notoria influencia en la vida de Lennon).
Al separarse, cada cual siguió con sus caminos pero ya nada fue lo mismo.
El todo fue mucho más que las partes atomizadas en senderos solitarios.
Los cuatro sabían cantar y componer, pero eso no bastó.
Lennon tuvo una década de los 70 prodigiosa y prolífica: su carrera solista se consolidó y amplió su espectro internacional al radicarse en los Estados Unidos de Norteamérica, donde en 1980 fue asesinado por un fanático.
Harrison siguió siendo partidario de la religión hindú y combinó algunos hits con otros discos de su autoría que resultaron intrascendentes para la crítica, falleciendo de cáncer en 2001.
En vida aún quedan Mc Cartney y Starr. El primero, mantiene su popularidad, talento y empatía con el público, presentándose en varios países siendo una leyenda que evoca un tiempo que ya no volverá. Ringo, por su parte, sobrevivió al calvario de las drogas y tuvo algunos éxitos tan intensos como fugaces.
La carrera de Los Beatles podría sintetizarse en diez años de duración, dando lugar a tres períodos modulares de su trayectoria:
- 1960-1962: Los inicios, con presentaciones de Lennon y Mc Cartney en distintos lugares y sin un sello discográfico que los patrocinara.
- 1962-1967: La consolidación, con Brian Epstein como manager y la llegada de Harrison y Star, los hits en primer lugar del ranking y las películas en las que actuaron, antecedentes de los posteriormente denominados videoclips.
- 1967-1970: La despedida, con letras más existenciales y conflictos internos que se agudizaron hasta volverse irreconciliables, en parte por la ausencia de un representante con pulso para acercar las posiciones.
Una década puede ser mucho o poco, según como se mire.
El destello es mucho mayor, porque aún hoy siguen sonando.
Los Beatles son enormes, pero queda esa sensación de que podrían haber sido mucho más grandes si seguían juntos.
Se separaron cuando sus integrantes promediaban los treinta años de edad, un período en que comienza la madurez de los artistas.
En el hecho de quedar melancolizados, es posible cerrar los ojos e imaginar diez, veinte o treinta años más de ellos componiendo y llegando a la era de la globalización, con decenas de álbumes y cientos de canciones más en su haber.
No fue posible.
En todo caso, quizás se vuelva conveniente invertir la perspectiva y quedarse con el lado bueno de ese cuento que circula a través del universo.
Nunca llegaron a envejecer y se despidieron en el mejor momento.
Sin desilusiones y en pleno elixir.
Como así sucede con la primera novia.
Foto: Rolling Stone (Edición EE.UU).