El caso Ayotzinapa

En 2014, estudiantes secundarios de Ayotzinapa (Iguala, al norte del estado de Guerrero, México) decidieron participar en manifestaciones conmemorativas de las luchas sociales de los 60 –también surgida desde los movimientos estudiantiles-, que promovían una sociedad más justa e igualitaria en términos de derechos políticos y civiles, oponiéndose así a los autoritarismos.

Con motivo de ese homenaje -que transcurrió en la Ciudad de México- sucede un hecho trágico el 26 y 27 de septiembre de ese año, causado por el conflicto entre los jóvenes y el ejército mexicano: mientras aquéllos tomaron autobuses para circular por las rutas y llegar a destino, éstos actuaron represivamente. El resultado: 6 personas fallecidas, 43 desaparecidas, 27 heridas.

Todavía no están claras las causas que habrían originado la masacre, poniéndose en consideración varias hipótesis al respecto.

De alguna manera –y salvando las distancias-, el episodio evoca a La Noche de los Lápices (La Plata, Argentina, septiembre de 1976): consideradas en perspectiva comparada, ambas tragedias presentan similitudes notorias (participan estudiantes secundarios, hay movilizaciones en busca de reivindicaciones sociales, existen acciones represivas por parte del Estado) así como diferencias sustanciales (mientras en el caso de Argentina, el marco de los acontecimientos se inscribe en un gobierno dictatorial y los estudiantes son de zonas urbanas; el suceso de México se da en el contexto un gobierno democrático y con estudiantes rurales).

A tales efectos, cada país hizo una causa nacional de los hechos y desde la difusión de diversos medios (gráficos, audiovisuales, etc.) ejercen una memoria colectiva que, en principio, se basa en el valor de los testimonios individuales de las víctimas, lo cual plantearía el interrogante de entender qué narrativa prevalece y cómo ella se lleva a cabo a partir de una historia sustentada en relatos de protagonistas que posibilitarían reconstruir el acontecimiento.

La periodista Paula Mónaco Felipe (Córdoba, Argentina, 1977) decide unir los hilos de un pasado común en una experiencia colectiva: hija de desaparecidos en los 70 –y con un padre también periodista-, llegó a México en los primeros años del nuevo siglo. Cubrió el episodio a partir de un libro llamado Ayotzinapa, horas eternas (Ediciones B, 2016), que cuenta con testimonios y vivencias de familiares de las víctimas.

Mónaco Felipe fue al lugar de los hechos.

Asumió riesgos.

Se comprometió.

Guardó fidelidad.

Tuvo actitudes de humanidad que permiten visibilizar el horror para que no vuelva a repetirse.

Es una activa militante que también alza las banderas de la Memoria, la Verdad y la Justicia.

Y quizás, en su labor, se ponga muy en juego la idea de que todo lo que hace una persona, en definitiva, tiene que ver consigo misma.

Hay algo de lo que no se puede escapar ni negar.

Algo que nos constituye al punto tal de hacernos existir.

Un algo que explica cómo somos: con aciertos y defectos, con virtudes y contradicciones.

Ese algo es la propia historia que atraviesa cada biografía.

(Al día de la fecha, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador continúa con las investigaciones dirigidas por la Comisión de la Verdad creada en 2018, la cual mantiene con expectativas a toda una sociedad que se manifiesta en favor de los derechos humanos).

Foto: Rompeviento TV

 

Aytz 43


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