María Isabel Chorobik fue, simplemente, Chicha: madre de Daniel Mariani y suegra de Diana Teruggi -ambos asesinados en 1976 por la Dictadura Cívico Militar-. Desde aquel entonces, su lucha consistió en buscar incansablemente a Clara Anahí, secuestrada a los tres meses de vida por esos hombres perversos que bombardearon impunemente un domicilio estratégico de resistencia: la construcción ubicada en calle 30, entre 55 y 56.
Hoy ese registro sobrevive al tiempo y permanece intacto siendo un sitio de memoria: se conservan las huellas de un horror que la pluma de Laura Alcoba evoca a partir de su libro «La casa de los conejos«, escrito originalmente en 2007.
Chicha Mariani fue una de las fundadoras de Abuelas de Playa de Mayo; había nacido un 19 de noviembre de 1923 en la ciudad de San Rafael (provincia de Mendoza) y se dedicó a la docencia, la cerámica y la pintura.
Su llegada a La Plata la encontró con ese evento inesperado que marcó no solamente su existencia sino también la de muchos que asumieron como causa colectiva el hecho de visibilizar la tragedia y la perplejidad ante tamaña violación de los derechos humanos.
En 1996, Chicha fundó la Asociación Anahí. Una década más tarde declaró en los Juicios contra los perpetradores. Y hasta el último de sus suspiros aguardó con intacta esperanza la oportunidad -nunca concretada- de encontrar a su nieta.
El 20 de agosto de 2018 se fue de este mundo pero su corazón no deja de latir.
La memoria es un movimiento fuerte y solidario, que vence fronteras aunque perseverar se vuelva una misión difícil.
En medio de esas marchas que agitan banderas y unen reclamos, subsiste la pregunta del destino de esta sociedad cuando ya no estén más las Abuelas.