El mito cuenta que el vidente Tiresias vaticinó una vida de muchos años para Narciso, pero a condición de que nunca se mirara en el espejo.
Si lo hacía, tal promesa quedaría sin efecto.
Narciso creció y se convirtió en un joven apuesto, en cuya arrogancia hallábase la explicación de tanto desprecio a los demás.
Cierta vez, la ninfa Eco se enamoró perdidamente de él; pero al obtener como respuesta el rechazo, ella se hundió en las aguas oscuras de una profunda depresión.
Fue la tristeza y la desazón. Indisimulables y latentes.
Los huesos de Eco se convirtieron en piedras y solamente su voz permaneció intacta.
A muchas damas les pasó lo mismo, pero una de ellas deseó que Narciso supiera lo que significaba sentir el rechazo ante un amor no correspondido.
Un día de verano, la profecía se cumplió.
Narciso se acercó a un río para beber agua; y en el reflejo, quedó maravillado por su propia imagen.
A partir de entonces, ya no pudo estar más en paz consigo mismo.
La angustia crecía a medida que no podía contemplarse más. Cuando se acercaba al reflejo, éste desaparecía.
Enloqueció hasta que al querer atrapar la imagen, cayó al río.
Se ahogó.
Y hoy su historia permite resignificar los arduos procesos de personas que necesitan hacer pie ante las inseguridades, contextualizando la vanidad como una forma de exteriorizar un mundo interno frágil, lleno de temores que se deben trascender porque ninguna sombra genera más daño que la creación de una fantasía equivocada.
¿Qué ves cuando sos capaz de mirarte en el espejo?
En un mundo de culto hacia las selfies, la propia admiración lleva consigo el peligro de habitar la más absoluta soledad.
Ese excesivo amor hacia sí mismo es el que te puede construir como los castillos que flotan en el aire; y a la vez, destruirte cuando logra implosionar.
La paradoja es que el narcisismo se vuelve instinto de supervivencia en tiempos de ríos turbulentos; pero al salir a flote, persistir en él es también ahogarse.
En conclusión, no esperes más. Cerrá los ojos. Así hasta aprender que quien se ama demasiado nunca logrará amar a los demás.
Foto: The Bearded One