Resignificar MALVINAS

Cuando somos niños, además de nuestra identidad, lo primero que aprendemos en la familia y la escuela es un par de binomios conceptuales: «mío-tuyo» (propio del capitalismo) / «bueno-malo» (clara referencia al cristianismo); lo cual nos remite a cuestiones mucho más profundas.

Pensar Malvinas es inmediatamente hablar de soberanía; pues hubo un momento de la historia en que los tratados internacionales determinaron los límites de cualquier territorio amparándose en leyes que hacían referencias a derechos y obligaciones universales; es decir, válidos para todo el planeta.

Las Islas en cuestión se encuentran dentro de lo que se ha señalado como mar argentino. Por lo tanto, no existen dudas sobre a quién ellas pertenecen.

El problema es mayúsculo al existir fuerzas desiguales que se disputan un espacio rico en petróleo, minerales y demás recursos naturales. En tal caso, parecería que no hay blindaje posible si del otro lado acecha toda la potencia de un imperialismo entrenado y preparado para usurpar y adueñarse de aquello que no le es propio.

Lamentablemente, el poder de Inglaterra no se circunscribe sólo la creación del fútbol y la música de Los Beatles; su idiosincrasia se ha construido a base de guerras, invasiones y conquistas. Forma parte de ese minúsculo sector que se toma la atribución de ser Dueños del Mundo.

Y allí van.

Con barcos y armas dispuestos a enseñar qué significa ser civilizado.

En 1982, la vigente Dictadura Militar de nuestro país ejecutó acaso su último gran crimen de Estado: mandar al matadero a soldados de entre 18 y 20 años de edad, que destinaron todos sus esfuerzos y amor a la patria para ser parte de una guerra que -como todas- fue absurda, atroz y repudiable.

Entre el 2 de abril y el 14 de junio (inicio y culminación de la guerra) cayeron 649 combatientes.

Otros tantos todavía están siendo identificados.

Entre quienes volvieron, hay veteranos con notoria disminución física y enfermedades mentales de alta complejidad.

Fue tan doloroso el desenlace del conflicto que todavía lo estamos lamentando.

Y por tal motivo, se requiere de una sociedad despierta y atenta para no ser confundida por la mentira y la complicidad de los medios hegemónicos, para que no abandone los justos reclamos de soberanía y para que nunca olvide a esos héroes que pusieron su humanidad al servicio de una decisión que de sólo pensarla genera indignación y tristeza.

Aun así, hacer Memoria es la consigna. A los efectos de no repetir los errores del pasado y con intencionalidades manifiestas de repasar todo asunto que al día de hoy siga pendiente.

Foto: http://www.profeenhistoria.com

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