La vigencia de Rodolfo Walsh (1927-1977) se explica a partir de manifestaciones como la exposición de su figura en un mural de la ciudad de La Plata que a la vez es sitio de Memoria.
Hace un tiempo descubrí la imagen y luego supe que allí era su domicilio al momento de su muerte: calle 54 entre 3 y 4.
En él, las tres V.
La Vida como compromiso; la Verdad como meta; la Vocación como legado.
Ejerció el oficio de ser periodista, lo mataron por su ética y lealtad al servicio de causas vinculadas a la justicia social.
Hoy la hiperconexión ha potenciado la influencia de los comunicadores pero también denigrado una profesión en que cualquier evento puede ser banalizado. Hay panelistas a toda hora que gritan sin escucharse, personas no formadas que buscan más seguidores en redes sociales, difamaciones a partir de sucesos no chequeados, violación de la intimidad ajena, gente que no se prepara para ejercer con responsabilidad y criterio un rol cuyo impacto muchas veces es difícil de dimensionar.
Por eso, volver a Walsh se impone como una necesidad.
Algunos lo tienen de guía.
Otros, en su huella, dignifican una obra que siempre debería ser inspiradora como ejemplo de trabajo y honestidad.
Foto: http://www.desdeelpromontorio.blogspot.com
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