El contexto es único.
La década de los 70. Períodos revolucionarios. La juventud maravillosa.
En ese clima de época se reproducen hechos que establecen un antes y un después en la historia argentina; y que hoy, lejos de quedar en el olvido, activan el compromiso político y social en clave de militancia.
Leonardo Marcote viaja al corazón de La Noche de los Lápices, el sangriento episodio que terminó con la vida de estudiantes secundarios de la ciudad de La Plata en manos de una Dictadura Militar cuyo plan estratégico y sistemático tuvo la misión de destruir generaciones enteras que hoy reclaman Memoria, Verdad, Justicia.
A partir de una compleja y elogiable tarea de archivo e investigación llevada a cabo de manera constante, cuidada y criteriosa, el autor se centra en la figura de María Claudia Falcone (1960-1976), una adolescente que -junto a demás compañeros- fue eje central de las movilizaciones por el boleto estudiantil y el trabajo comunitario en barrios humildes de la comunidad, situación que despertó la atención de propios y ajenos, logrando ser víctima de persecuciones hasta su desaparición forzada en aquellos años oscuros.
¿Cómo se puede elaborar una biografía de alguien que vivió tan sólo 16 años de edad?
¿Qué se puede contar de una historia personal que recién iba despertando al mundo?
¿Cuál es el sentido de recuperar el legado de alguien en plena formación política?
María Claudia Falcone. Políticas revolucionarias en los bachilleratos de los años 70 (Nuestra América, 2017) es un libro que se propone responder a esos interrogantes y muchos otros tantos más.
Sin dudas, la protagonista es voz de una generación con valores que ya no parecen cultivarse en la actualidad, pero que despiertan pasiones encendidas como emblema de un tiempo a recordar.
La vida de Falcone no es la de una heroína que combatió al poder; sino la de una chica común que nació en el seno de una familia política, audaz, compañera de la justicia social.
De espíritu inquieto y rebelde, logró salir de la comodidad. Abrazó causas colectivas a una temprana edad en la que el común de los adolescentes toman otras decisiones.
Encumbrada como líder por la película de Héctor Olivera, el biógrafo se propone recorrer episodios de su vida, acercándose a personas que la conocieron de pequeña en todo esa etapa que marcó profundamente su existencia.
Amigas de la infancia y de la secundaria, familiares directos y cercanos, ocasionales compañeros de aventuras; todos ellos tienen lugar en este rompecabezas que pretende ser testimonio de memoria, huella en medio del camino, lazo que conecta el pasado y el presente con la eternidad.
Claudia fue una mujer que tuvo virtudes y defectos como cualquiera, pero que se animó al desafío de construir un país mejor.
Puso en juego sus ideales.
Dio la vida por ellos.
¿Valiente?
¿Inconciente?
¿Idealista?
Mucho de eso como interrogante a descifrar, enigma a resolver, problema a conjugar.
La riqueza de la biografía radica en el especial recorrido del autor por humanizar a esa celebridad que quedó en el imaginario colectivo y se viralizó con el correr del tiempo.
Pretende quitar el aura mítica para hacer de ella alguien cercana y capaz de encontrar empatía en la sociedad de hoy.
Claudia Falcone fue la chica de La Noche de los Lápices.
Pero también es la que en la actualidad cuestiona el orden establecido.
Las miserias.
El dolor.
La que denuncia femicidios.
La que desnaturaliza lo obvio y se anima a decir basta.
La que visibiliza otras desapariciones como las de Johana Ramallo e intenta develar qué pasó con Santiago Maldonado y aquellas personas que al irse de sus casas nunca más han regresado.
Es ella.
Son todas.
Leonardo Marcote nos invita a confirmar lo que de por sí ya suponíamos: Claudia Falcone vive en el corazón del pueblo.
Foto: Archivo Personal