Te roban parte de tu historia.
Te ocultan.
Te retan.
Te guardan.
Te silencian.
Te atemorizan.
Sin saberlo, siempre estás al borde de la muerte, siendo protagonista de unas circunstancias que el tiempo alguna vez enseñará.
Sos una pequeña cuyos padres quieren un país mejor y van de un lugar a otro, en plan de fugitivos.
El mundo ha dejado de ser un lugar seguro; y sin embargo, te protegen, dándote un rol principal en esa trama que consiste en no conocer los caminos, los mensajes, las señales.
Cierras los ojos y sólo es oscuridad: que la inocencia te valga en un contexto de adultos perseguidos que huían de otros dispuestos a acabar con ellos.
La excusa salió bien durante un tiempo.
La simpatía de unos conejos alejaba sospechas y consolidaba un plan liberador.
Cómplices y fieles militantes hacían causa común para la denuncia de lo que en verdad pasaba.
Pero alguien dijo lo que no debía a quién no tenía que saberlo.
Y el centro de operaciones estatales obró en consecuencia.
Cercaron esa casa camuflada y atacaron sin piedad.
Los gritos aún se escuchan ante los estruendos.
Yacen por disparos a quemarropa un grupo de personas que no pudo ni supo defenderse; y entre ese cúmulo de gente, estaba Clara Anahí, la nieta de Chicha Mariani que fue víctima del ultraje y la violencia inescrupulosa de los represores que lamentablemente siguen gozando de derechos y valiéndose de impunidades.
Laura Alcoba se animó al desafío y reconstruyó un rompecabezas cuya literatura es un aporte más a la memoria.
Una niña que con menos de 10 años de edad fue testigo de un horror que gracias al aporte de su pluma no quedó archivado en el olvido.
«La casa de los conejos» es un relato que conmueve por lo intenso, fuerte, aterrador.
Una narración sencilla y efectiva, que prescinde de la belleza del lenguaje poético y lleva adelante una prosa cuidada y detallada, cuya principal misión es contar lo que se vivió y sucedió en una época atroz que es necesario recuperar en los recuerdos para luego repudiarla.
En la Argentina de los 70 reinaron el odio, la violencia y el terror. Un conjunto de atrocidades que el Estado se encargó de defender y legitimar a partir de un proyecto sistematizado de desaparición de personas y apropiación de recién nacidos.
Más de cuarenta años después, un libro escrito en 2008 será llevado al cine para seguir mostrando la triste cara de una usurpación imperdonable.
Foto: Archivo Personal