Podemos reír o tal vez llorar.
Las emociones encuentran su grieta en sentimientos opuestos.
Uno de alegría, otro de tristeza; como si la hegemonía estuviera dada únicamente por dos caminos, en principio, irreconciliables.
Pero esto no es de ahora.
Viene de mucho antes: la época de los antiguos griegos.
Creadores del teatro.
Y de las dos máscaras que dan significación a la sensación térmica del mundo interior.
Cabría preguntarse cuánto es que nos conocemos verdaderamente.
Y cómo sobrevivimos ante lo inesperado.
Porque a pesar de las adversidades (algunas de ellas mayúsculas y sin retorno), todavía hay esperanza.
Sonreír es una meta que si no surge de inmediato, al menos se alcanza con esfuerzo.
Dijo Allan Stewart Königsberg -más conocido como Woody Allen-, director de cine estadounidense nacido en 1935: «la comedia es tragedia más tiempo».
Comedia = Tragedia + Tiempo.
¿La fórmula de la felicidad sería despojar a las desgracias de sus llantos para rescatar de ellas algo que, aunque muy lejanamente, tenga que ver con un sentimiento grato?
¿Tenemos que engañarnos para sobrevivir?
¿El instinto de conservación pasa por resistir como sea y a como dé lugar?
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