Ya está.
Es él.
Se confirmó que el cuerpo que apareció en el Río Chubut es el de Santiago Maldonado, y 80 días después de su desaparición al menos hay una certeza entre muchas otras dudas.
La pregunta que fue insignia durante todo este tiempo: «¿Dónde está Santiago Maldonado?» encuentra una respuesta pero no se trata del final de una historia sino más bien del principio.
Duele la herida social.
La impunidad.
La falta de sensibilidad.
Y de respeto.
El exceso de cinismo.
Y la negligencia de un Estado que por acción (operativo ilegal de Gendarmería persiguiendo a la comunidad mapuche) y por omisión (demasiada pasividad para activar decisiones en busca de la resolución de un conflicto), es responsable.
Santiago Maldonado fue un ciudadano que escapó de las fuerzas represivas y en ese recorrido su vida terminó.
¿Cómo?
¿Cuándo?
¿De qué manera?
Es lo que la Justicia deberá determinar.
Una Justicia que desalienta.
Una Justicia que tarda en llegar y a veces ni siquiera eso.
Una Justicia que genera una desconfianza generalizada hacia el Estado, al punto tal que obliga al hermano y a la cuñada de la víctima permanecer siete horas al lado de un cuerpo por temor a que se lo roben.
Esa imagen -la del cuerpo celosamente vigilado por los familiares- es la tristísima realidad de un país en que a cualquiera le puede pasar cualquier cosa (acaso las peores) y en cualquier momento.
Foto: Chelo Candia (artista patagónico)