Más que un entrenador

Para entender y dimensionar quién es Marcelo Bielsa, basta con hacer referencia -por lo menos- a tres situaciones puntuales:

  1. Se trata de un entrenador que comenzó su carrera en la Primera División de Newell´s Old Boys en 1990, a unos tempranos 35 años de edad, luego de tener una breve e intrascendente camino como jugador profesional. Colgó los botines a los 25 años y desde entonces se dedicó a entrenar a las categorías juveniles del club rosarino, reclutando talentos por todo el país, en una planificación que fue modelo a seguir por varios colegas.
  2. Su etapa como Director Técnico puede dividirse en dos períodos claramente diferenciadas: uno que va desde sus inicios (con diversas conquistas como aliadas) hasta 2002, año en que vive la mayor derrota de su carrera (eliminado en primera ronda del Mundial de Corea-Japón, adonde Argentina llegaba como clara candidata) y que le valió el desprecio y la vergonzosa humillación de gran parte del establishment periodístico del país, que con sus influencias fueron generadores de opinión del hincha futbolero medio, poco afecto a entender razones discursivas si los resultados no acompañan; y otro que comienza en 2004, cuando ante la opinión de la mayoría continuó en el cargo de seleccionador nacional, renunciando sorpresivamente luego de obtener la Medalla de Oro de los Juegos Olímpicos de Atenas.
  3. A partir de entonces, se convierte en una celebridad que ha generado una revolución ideológica, cultural y deportiva a todo lugar adonde ha ido:  especialmente, estando a cargo de la Selección de Chile y de Athletic de Bilbao (que admite en su plantel nada más que jugadores vascos).

De Bielsa se destaca su carácter docente en plena vinculación a maneras éticas de proceder: una persona con profunda autocrítica acerca de su propia labor, que abre e instala debates, que no le miente a la gente y que parece tener una respuesta para todo.

En ese sentido, ofrece valores que se destacan en el ámbito del fútbol actual por no ser habituales; y en parte, ello pueda deberse a provenir de una familia instruida, vinculadas al Derecho y con participación en importantes cargos políticos (a nivel provincial y nacional).

A excepción de la Selección Argentina, el Bielsa entrenador no ha dirigido equipos de élite, sino más bien de categoría media con interesantes aspiraciones (tuvo pasos por Atlas de México, Vélez Sarsfield, Espanyol de Barcelona, entre otros). A muchos de ellos ha potenciado con métodos de entrenamiento novedosos, intensos, creativos en el orden de la táctica, la técnica y la estrategia. Es común ver la gratitud de todos los futbolistas que pasaron por la conducción de Bielsa, destacando sobre todo el hecho de haberlos convertido en mejores profesionales y personas.

Y aquí aparece el otro Bielsa, el que genera la grieta no siendo jamás el mismo desde que se situó en la frontera del éxito y el fracaso como un péndulo tan sutil que eleva al cielo tan pronto como entierra en el infierno.

A 27 años de haber iniciado su versión como DT, Bielsa no ha tenido grandes éxitos deportivos; y todo lo que es capaz de generar desde su pasión discursiva no provoca el mismo impacto en los resultados dirigiendo a los equipos. En otras palabras, el personaje Bielsa parece ser mucho más interesante que el Bielsa meramente entrenador; y esa circunstancia ha producido un debate exagerado de adhesiones y rechazos: desde personas que lo aman e idolatran hasta otras que reducen su capacidad a la locura de un tipo que nunca ganó nada.

Aun así, está claro que Bielsa propone una mirada que va mucho más allá del juego, que interpela a la sociedad y pone en alerta a varios de sus detractores: en un reciente congreso de entrenadores en Brasil,  habló de liderazgos, ofreció su particular visión del exitismo y criticó a los medios de comunicación.

Aquí, algunas frases:

  • «No es lo mismo disciplina y respeto. Disciplina habla de verticalidad, y respeto de horizontalidad. Y la disciplina se aplica con el poder, es decir, que cuando no tiene poder no la puede ejercer más. El respeto, en cambio, se puede ejercer siempre porque es desde la horizontalidad».
  • «No hay nada que uno pueda priorizar en la forma de ejercer su oficio que indique que ganar es indispensable. Es el eje de la intervención. Yo vivo como un fracaso no haber ganado. Yo gané muy poco. No pude ganar. Uno se va quedando sin argumentos si no gana»
  • «Pero el procedimiento educativo más poderoso que tiene la sociedad ya no son las escuelas, son los medios de comunicación, que influyen más que la familia y la escuela, que son los elementos genuinos de educación. Es una vergüenza que los medios de comunicación eduquen a la gente. Porque los medios de comunicación tienen intereses específicos, y la educación y la familia tienen expectativas diferentes a los medios. ¿Por qué digo esto? Porque el mismo argumento que se utiliza para amplificar un comportamiento en la victoria, es el que se utiliza para condenar el comportamiento en la derrota».

No se trata de santificar o demonizar a Bielsa, ni alzarlo en un pedestal o destrozarlo. Se trata de respetar a un hombre que con sus ideas echa algo de luz entre tanta confusión. Y esa responsabilidad moral vale por sí misma, porque educa y hace pensar.

Foto: http://www.lanacion.com.ar

Bielsa

 


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