Estallido

La crisis de 2001 no tuvo una sola causa sino muchas.

Tiempos de confusión, hartazgo, injusticias, malestar, protestas y malas decisiones.

Un Estado ausente que traicionó a los ciudadanos, absorbido por las urgencias de un neoliberalismo siempre depredador, salvaje y mercenario, que -como es costumbre- pone de rodillas a los débiles sin darles tregua.

Si un peso = un dólar fue mentira, guardar los ahorros de dinero en los bancos resultó un chiste mal contado, una broma pesada que trajo consecuencias deplorables: el denominado corralito condujo a la exacerbación de un pueblo descreído, que a falta de buenas ideas sólo salió a las calles con unas cacerolas y la consigna de «que se vayan todos», como si eso sólo fuera solución.

Algunos se aprovecharon.

Y usurparon los comercios.

Produjeron saqueos porque hubo hambre.

Fueron violentos en la sinrazón de una lucha cuerpo a cuerpo contra enemigos invisibles.

Impusieron la voluntad de ganar espacio en un terreno que no era de nadie, mientras las fuerzas oficiales se veían impotentes custodiando a un presidente que no podía reaccionar y que en la desesperación declaró el Estado de sitio por no poder ofrecer ninguna garantía.

La democracia se veía amenazada, tembló como nunca y las reminiscencias no se hicieron esperar.

Los 70 volvían de las sombras.

El epílogo de los 80 acechaba.

La obscenidad de los 90 era un conjunto de puñaladas atacando todas juntas.

Eso fue la crisis.

Un triste episodio que puso al desnudo las carencias de una sociedad que delega en sus gobernantes lo que no puede resolver, y que se niega a entender que esas debilidades de la clase dirigente son las mismas de cualquier ciudadano en situación.

Mientras la Plaza de Mayo era una batalla, el Primer Mandatario -elegido por la mayoría- huía como un desdeñable inexperto superado por la realidad.

Luego vino el circo de las mariposas: varios presidentes en una semana, turnándose de mando como quien cambiaba de corbatas.

Días frenéticos que finalmente terminaron pero quedaron alojados en la memoria colectiva.

Más tarde, el vendaval daría lugar a un escenario más tranquilo.

Hubo transición hasta que, año y medio después, retornaba la estabilidad.

Los peores días pasaban y el sol comenzaba a salir tras la tormenta.

Foto: http://www.lanacion.com.ar

crisis-2001-dolor

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