La dignidad de ser estudiante

El 21 de septiembre es una fecha que remite a varias causas: algunas vinculadas a explícitamente a derechos humanos (Día Internacional de la Paz); otras en relación a la educación y, particularmente, la salud: Día de la Sanidad, Día Mundial del Alzheimer. También, hay celebraciones respecto del mundo del arte y la cultura (Día de la Primavera, Día del Fotógrafo).

De entre todas las circunstancias detalladas, sin dudas que las festividades más conocidas tienen que ver con el cambio de estación y el Día del Estudiante, ambas en una continuidad que las permite estar asociadas a la juventud.

Decíamos entonces, Día del Estudiante, acontecimiento que históricamente estuvo inspirado en Domingo Faustino Sarmiento (con motivo de sus restos traídos desde Paraguay un 21 de septiembre y previamente fallecido un 11 de ese mismo mes, más tarde Día del Maestro), pero que con el correr de los años adquirió otros usos y costumbres, hoy día símbolos de alegrías varias que tienen a los jóvenes como predilectos protagonistas de un tiempo que comienza.

Está muy bien que haya un Día del Estudiante, porque la referencia histórica es también política y social: otorga reconocimiento a una tarea que debe ser estímulo e inspiración para las nuevas generaciones, sentimiento de orgullo para aquellas que transitan las últimas etapas de la vida, y desafío para un país que necesita del esfuerzo y el entusiasmo de ciudadanos que edifiquen y unan, que ensamblen y articulen, que abracen y no dividan, que den forma a una sociedad con contradicciones, fragmentada y sin superar todavía heridas muy latentes.

La dignidad de ser estudiante no pasa por la obediencia en el acatamiento de la norma sino por el esfuerzo conducente a transformar el mundo, incomodar desde el hacer y nunca ya desde la queja, ejerciendo los derechos de una ciudadanía participativa y comprometida, que no se queda con los brazos cruzados sino que lucha por causas nobles como la justicia y la equidad, revalorizándose así el valor social del conocimiento.

Ser estudiante debe ser sinónimo de empeño, pensamiento y acción, de sana dedicación puesta al servicio de la comunidad. Ninguna sociedad resuelve sus problemas sin habitantes que estén dispuestos a encontrar alternativas; y para ello, además de sacrificio, se necesita criterio y creatividad, cualidades que -entre otras- son dadoras de integridad y legitimidad entre quienes están dispuestos a hacerse cargo de un pueblo que necesita de todos para poder crecer y superarse

Seamos siempre respetuosos de los estudiantes, tengamos esperanzas en ellos, alentemos a que se formen y humanicen, para devolver a la sociedad todo lo que el país es capaz de ofrecerles. Y defendamos siempre el derecho de la educación: cuidemos a quienes van a las escuelas, institutos o universidades; no los privemos de esa posibilidad; que los salarios siempre sean dignos para sus docentes, que deben desempeñar con entereza y tranquilidad su trabajo diario.

Feliz Día a quienes se animan a instruirse cada día por el sólo hecho (inicial) de saciar su espíritu de curiosidad. A ellos, por sobre todas las cosas, el máximo homenaje y la fervorosa invitación para que pongan en juego un conjunto de saberes con los que podrán ayudar a la sociedad, desde el ejercicio de una profesión, desde la precisa intervención, o desde la creación de lazos de solidaridad.

Foto: http://www.diario101.com

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