El 7 de junio se celebró un nuevo Día del Periodista en nuestro país, fecha que nos retrotrae a la fundación de La Gaceta de Buenos Aires, primer periódico independiente que contó con el aporte de diversas palabras mayores, consagradas en el cielo de los argentinos: Mariano Moreno, Manuel Belgrano, Juan José Castelli.
El ejercicio del periodismo en Argentina ha sido enaltecido por diversas plumas y denostado por otras.
En distintas épocas, diversos actores ejercen con compromiso e idoneidad su rol, despertando conciencias y valiéndose de algo más que la mera búsqueda por la verdad. Sin embargo, otros han optado por caminos confusos, traicioneros, llenos de ventajas y miserias personales, carentes de toda ética profesional por sus mentiras vanas y de dudoso gusto.
El oficio en nuestro país no escapa a lo que ocurre en otras partes del mundo: hay operadores de prensa que hacen de su labor un show, que inventan primicias y generan repercusiones infundadas, siendo dueños del impacto y el morbo antes que de la sensatez y la responsable formación de opinión.
Aun así, el periodismo es necesario cuando denuncia, interpela, dota de sentido y significación una realidad que no es la misma para todos. Por eso, las personas encargadas de ser multiplicadores de noticias nunca deben dejar de estudiar, escuchar, comprender, interpelar, conducir; gestionar los hechos desde su sentido de la oportunidad, sabiendo que el medio es el mensaje, y que las palabras o imágenes pueden conmover tanto como generar espantos.
El periodismo es necesario; porque un mundo sin periodistas es peor que uno lleno de varios impostores. Después, la calidad estará dada por la impronta personal e ideológica de cada actor social involucrado.
Pero atención: que el periodismo, en vez de ser creíble, se preocupe por estar diciendo la verdad.
Feliz Día a aquellos que dignifican con honores un rol que no es para todos.
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